Jesús el Psicoanalista
abrirle las puertas
de nuestro corazón de par en par.
Solo Él tiene el pleno conocimiento de nuestra
condición humana
y permanece en silencio
cuando hablamos…
Su silencio es
la catarsis necesaria para liberarnos de los miedos,
de los temores, de los
rencores, del orgullo, de la falta de perdón.
Solo Él puede
tocarnos con sus poderosas
y amorosas manos para calmar nuestro dolor.
Solo Él puede
tomar nuestra carga y hacer más llevadero el yugo,
o si lo preferimos, puede
liberarnos plenamente de tan pesada carga.
Cuando pecamos,
nos hacemos daño a nosotros mismos
y esto afecta nuestra relación con el Señor,
con nosotros mismos,
con el Espíritu Santo que mora en nosotros... se entristece
nuestro interior…
Cuando pecamos,
no es suficiente con pedir perdón,
es necesario guardar silencio… silenciar el
exceso de palabras
que salen de nuestros labios, pero no de nuestros corazones.
Debemos
silenciarnos totalmente para tratar de escuchar
la voz de Dios, la oración se
convierte así, en un dialogo sin palabras,
se torna en una comunicación de
presencias…
la presencia del Señor y tu presencia.
La ausencia de palabras y la
presencia
de la gracia divina acariciándote y plenificándote.
Jesús, es el único y verdadero analista al que podemos
abrirle las puertas
de nuestro corazón de par en par.
Imagina a Jesús
que te reclina en el diván de su amor,
te mira y te escucha sin reproches y
suavemente asiente
y puntea y te dice dulcemente: “vete y no vuelvas a
sufrir,
y luego, ven y continua siguiéndome”
Jhoani Rave Rivera
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