Oración del Ateo

Imagen tomada de
https://www.youtube.com/watch?v=LQTNa72zXh8
Yo soy un ateo.
No es que crea en la nada;
pero no creo en ningún todo.
Para mí Dios es un hermoso sueño o una bella poesía.
Hablo de un Dios al que pueda desear, porque existe otro Dios,
el de los desertores de la historia, que yo desearía asesinar
con mis propias manos.

Soy ateo y por tanto no puedo rezar a nadie porque
para mí no existe ese alguien, distinto de mí a quien
poder dirigirme.
Y sin embargo tengo que confesar que a veces siento
fuerte la angustia de la soledad esencial.


A veces tendría necesidad de gritar a otro toda mi sed
de no sé qué cosa y de preguntarle tantos porqués
que no tienen respuesta.
Pero sería como hablar al viento.
Sé por lo tanto que debo aceptarme como soy; que deberé
caminar en la oscuridad de las cosas, que tendré
que renunciar a la respuesta definitiva de la razón de
mi existencia.

Me parecen locos los que dicen que creen.
Aunque a veces me sorprendo a mí mismo pensando si
el loco no seré yo.

¡Dios, Dios, Dios!
¿Serás una hermosa invención de los poetas?
¿Serás el eco de cuantos se engañan de poder aferrar una
esperanza?
¿Serás la cínica creación del poder que usan de comodín
los explotadores?
¿Serás la proyección inconsciente de la necesidad humana
de protección?

Claro que también podrías ser la única realidad verdadera
que da sentido a las cosas y a los hombres.
Pero ¿y si fueses sólo la gran ilusión humana de querer
divinizar lo que es sólo tierra?
Yo gritaré, pues, mi oración al viento.
Sí, los creyentes se reirán de mí diciendo que este viento
se llama Dios.

Para mí cuenta la realidad que tengo entre las manos.
Cuenta el hombre que es siempre explotador y explotado
al mismo tiempo.
Quizás algunos son sólo explotados porque los explotadores
no les dejan ni las fuerzas para poder ser también
ellos explotadores.

Cuenta el vivir el misterio que soy yo mismo, que me
siento por una parte incapaz de realizarme sin los
demás y por otra empujado a tratar a todos a patadas.
Mi dios es la lucha, la revolución, la justicia, el progreso.
Pero quizás podría ser también otra cosa: por ejemplo,
el pedazo de pan comido con mi mujer y mis hijos,
sin la esclavitud del reloj o de la sirena; en una casa
sin puertas y sin llaves, llena de sol, donde el sonreír
no sea un lujo.

Podría ser el deseo de poder amar sin prisas, sin el cansancio
de un trabajo inhumano que yo no he escogido
y que me castra la mente y con la certeza de que la
guerra ya no existe sin que por eso el mundo deje
de ser cada día más fuerte, más creativo, más limpio,
más humano.

Podría ser lo contrario
de la prisa loca,
de la cólera,
del odio,
de la venganza,
de la opresión,
del miedo,
de la guerra,
de las neurosis,
del dolor,
de la muerte.
Pero entonces ¿no sería un dios sólo para privilegiados?
¿un dios para evasivos o para poetas?

Para mí Dios comenzará a tener una razón de ser, una
posibilidad de existencia y de búsqueda cuando en el
mundo se puedan pronunciar sin vergüenza palabras
que son ciertamente del hombre pero que en
realidad han tomado el sabor y el calor y el rostro de
cuantos se niegan, con los hechos de su vida, a que
estas palabras se conviertan en el pan de toda la humanidad
y no en el privilegio de unos pocos.

Palabras que son prostitución cuando las pronuncian
sólo los grandes frente a la rabia de los que se sienten
impotentes no de pronunciarlas pero sí de encarnarlas.
Hablo de palabras como:
paz,
libertad,
perdón,
amor,
justicia,
fraternidad,
salud,
vida,
alegría,
sueño,
poesía,
amigos,
paraíso,
hijos,
mujer,
tierra,
hombre.
Y también dios.
Quizá mi dios tiene un nombre que los hombres no tenemos
aún el derecho o la fuerza, o la posibilidad
y las ganas de pronunciar.

Cuando explote este hombre quizás mi oración se haga
posible y sea fecunda como la lluvia.
Pero por el momento, a ti, dios desconocido y aún no
descubierto, sólo puede gritarte toda mi incertidumbre
y toda la cólera que nace del corazón de todos
los encadenados de la historia.
Juan Arias. Oración Desnuda: El Ateo

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