¿Cuál es el significado del Espíritu Santo enviado por Moisés a los 70 ancianos incluyendo a Eldad y Meldad?
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UN
PUEBLO DE PROFETAS
Num 11, 16·17.24·30
24 Salió Moisés para decir al pueblo las
palabras del Señor. Luego reunió a los 70
ancianos del pueblo alrededor de la tienda. 25 El Señor bajó en la nube. Habló y tomó del espíritu que descansaba
sobre él para ponerlo sobre los 70 ancianos.
Cuando el espíritu descansó sobre ellos, profetizaron, pero no volvieron a hacerlo más. 26 Se habían quedado dos hombres en el
campamento; uno se llamaba Eldad
y el otro Medad. El espíritu descansó sobre ellos; aunque no habían venido a la tienda, estaban entre los
inscritos. Se pusieron a profetizar en el campamento.
27 Corrió un joven a anunciárselo a Moisés y le dijo: «Eldad y Medad están profetizando en el
campamento». 28 Josué, hijo de Nun, que servía
a Moisés desde su juventud, tomó la palabra y dijo: «Moisés, señor,
¡impídeselo!». 29 Moisés le respondió: « ¿Acaso sientes celos por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y
le diera el Señor su espíritu!». 30
Luego Moisés volvió al campamento y con él los ancianos de Israel.
CONTEXTO
La
marcha de los israelitas por el desierto fue toda una
larga serie de crisis. Los c. 11 al 17 del libro de los Números nos refieren por lo menos siete
episodios de rebeldía. En el c. 11 se mezclan varios
temas: el de la «avidez» del
pueblo que exige carne para comer, en lugar
del maná cotidiano. Esto provoca el desaliento de
Moisés, único responsable de dirigir al pueblo e incapaz
de alimentarlo. El Señor le respondió primero que
escogiera 70 colaboradores y luego le anunció que
tendrían carne hasta hartarse. El pueblo pudo saciarse
de codornices, hasta quedar harto. Se oponen entre
sí estos dones: el espíritu que se les da a los 70
ancianos será para la vida del pueblo; el don de la carne,
por el contrario, lo llevará a la muerte. Los
exégetas suelen atribuir a la tradición elohista los
textos relativos al don del espíritu, gracias a varios elementos
característicos de esta tradición (la tienda fuera
del campamento, la nube, Josué...; cf. Ex 33, 7-11,
igualmente elohista).
LOS 70
ANCIANOS
Las
directrices que da Dios (16-17) son ejecutadas fielmente
por Moisés (24-25). Pero de esta operación se
sigue un resultado inesperado, como suele ocurrir cuando
el espíritu está en juego: los ancianos se ponen a
profetizar. En este contexto, se trata ciertamente de
una actividad extática análoga a la de los «hijos de los
profetas »: trance, palabras misteriosas o
incomprensibles. Podemos pensar en
lo que le ocurrió a Saúl cuando se encontró
con algunos grupos de estos profetas (1 Sm 10,5-12;
19,23-24). Pero este carisma extraordinario no
es duradero, ya que los ancianos no son profetas.
Es
sólo un signo dado por Dios para ratificar la elección de
los 70 hombres por Moisés y para autentificar su
autoridad sobre el pueblo. Al mismo tiempo, es una demostración
de ese poder del espíritu de Moisés, del que
una parte solamente basta para poner en trance a 70
personas. Moisés, en esta ocasión, no profetiza, sino
que es tan sólo aquel con el que Dios habla (17 y 25). Hay otros textos que muestran a estos
ancianos al lado de Moisés: Ex 17, 5; 18,12; Num 16,25 y sobre todo
Ex 24, 1-2.9-11, cuando la conclusión de la alianza. Se
trata probablemente de los mismos responsables que
los jueces o dirigentes nombrados por consejo de
Jetró en Ex 18, según otra tradición.
ELDAD
Y MEDAD
La
historia continúa luego con el relato de esos dos hombres
que también se pusieron a profetizar, a pesar de
haberse quedado en el campamento. La fuerza del espíritu
es tan grande que puede actuar a distancia, más
allá del ritual previsto: «Estaban entre los inscritos »,
señala el narrador; ¿es que los 70 del v. 24 eran sólo
68? ¿O bien este episodio se añadió al precedente para
elevar el número de ancianos a 70? En todo caso, el
espíritu se les dio a todos los elegidos por Moisés. Esto
provoca la reacción de Josué y la decisión final de Moisés,
con que concluye el conjunto. En vez de recelar de
la extensión de este privilegio profético, difícil de
controlar, Moisés anhela su difusión sobre todo el pueblo:
«iOjalá a todo el pueblo diera el Señor su espíritu! ».
Aquí el texto tiene una novedad: es el Señor el que
da su espíritu en vez de repartir entre los demás el de
Moisés. Esto trastorna las ideas tradicionales sobre las
instituciones de Israel, según las cuales el Espíritu del
Señor se les reserva a los jefes: primero a los jueces,
y luego a los reyes. ¿No se tratará de una teología
distinta, más reciente? Porque esta perspectiva del
don del espíritu del Señor a todo el pueblo no aparecerá
hasta Ezequiel y sobre todo con Joel. Pero el
texto desborda la perspectiva de solos los responsables y piensa más bien en el carisma profético
para todos, en el sentido con que Isaías
anunciará la difusión del «conocimiento
del Señor» (ls 11, 9) y Jeremías la
alianza nueva (Jr 31,34): «Todos me conocerán, desde
el más pequeño hasta el más grande».
MOISES
PROFETA
El
capítulo siguiente (Num 12)
v1Jelve sobre el mismo tema
con ocasión de las críticas de María y de Aarón
contra Moisés, que queda situado con toda claridad
más allá de los profetas habituales, que reciben sueños
y visiones: «Respecto a mi siervo Moisés, un
hombre de confianza para toda mi casa, yo le hablo de
viva voz (de boca a boca) y no en un lenguaje oculto;
él ve la forma del Señor» (12,7-8).
El
único texto que puede compararse con Num 11
es la transmisión del espíritu de Elías a
Eliseo (2 Re 2,115); también
sobre Eliseo «se posa el espíritu» de su maestro,
heredando de este modo su autoridad sobre los
demás profetas. Moisés y Elías son las dos grandes figuras
de las tradiciones del norte, los dos hombres de
Dios por los que se le ofrece a Israel la salvación. Moisés,
según Dt 18, 18, anuncia la venida de un
profeta semejante a él, que tendrá en sus labios las palabras
mismas de Dios.
LA TRADICION
La
tradición judía leyó en Num 11
la institución de los ancianos del
pueblo: la futura gran asamblea (sinagoga) de
Esdras y más tarde el sanedrín, con sus 70 miembros
en torno al sumo sacerdote. ¿Cómo manifestar mejor
la continuidad viva de la tradición oral, desde
Moisés hasta la Misná? En
cuanto a la tradición cristiana, desde la Traditio Apostolica de
Hipólito (siglo 111) se cita este texto para basar
la existencia de un colegio de presbíteros o ancianos
alrededor del obispo: «Tú añadiste a Moisés unos
ancianos y les llenaste de tu Espíritu, que habías concedido
a tu siervo». Notemos, por otra parte, que la
Vulgata, siguiendo un targum, traduce así el v. 25: «Se
pusieron a profetizar y no cesaron». Se afirma entonces
la permanencia del don del Espíritu, anticipando así
la fiesta de pentecostés.
Fuente: El Espíritu Santo en la Biblia.
Philippe Gruson.
Páginas 5-7
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