¿Cuál es el Mensaje sobre el Reino que Contiene la Parábola del Trigo y la Cizaña? (Mt 13, 24-43)
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Las parábolas
que aparecen en esta sección de Mateo no son cuentecillos
para entretener al auditorio, sino un modo particular de
seguir anunciando el mismo mensaje que ocupa toda la predicación
de Jesús. Por eso, la pregunta que debíamos responder era
ésta: ¿De qué tema hablan las parábolas de Jesús?: En efecto, casi todas
las parábolas que hemos leído están encabezadas
por la misma frase: "Sucede con el Reino de los Cielos..."
(Mt 13,24.31.33.44.45.47). Queda claro, por tanto, que estas
comparaciones o breves relatos le servían a Jesús para hacer ver
a sus oyentes el modo en que Dios actúa sobre la historia humana.
Son parábolas del Reino.
Las siete
parábolas reunidas en el capítulo 13 de Mateo no han sido
colocadas en este lugar por casualidad. En secciones anteriores vimos
ya que Jesús hace presente el Reino con sus palabras y sus
obras (Mt 4,17-11,1), si bien ese anuncio choca frontalmente con
la oposición de sus adversarios (Mt 11,2-12,50). En este punto, las
parábolas, con su lenguaje aparentemente sencillo, constituyen un
último intento para procurar que el misterio del Reino de los
Cielos sea acogido por quienes lo rechazan. La realidad, en cambio,
demostrará la dureza de su corazón y su resistencia a la conversión
(Mt 13,10-17).
La parábola del
trigo y la cizaña sólo se encuentra en el evangelio de
Mateo. En ella tenemos un precioso ejemplo de ese modo tan característico
que Jesús utilizaba para hablar del reinado de Dios. Para
entender las parábolas de Jesús es importante tener en cuenta que
su intención no es enseñar, sino provocar la reflexión y la toma
de postura frente a la persona y el mensaje del Maestro.
Como suele ser
habitual, la parábola comienza narrando una escena de
la vida cotidiana que podía resultar familiar a la gente que rodeaba
a Jesús. Sembrar con mala simiente el campo del vecino era una
forma de perjudicarle. Cuando los siervos advierten el desastre, se
extrañan mucho y acuden a su patrón en busca de una posible explicación.
Si la sementera había sido hecha con semilla de buena calidad,
¿cómo es posible que el campo esté ahora lleno de cizaña?
El amo responde
como quien conoce bien el origen de la fechoría. Sabe que el
culpable ha sido un enemigo suyo. La reacción de los criados es
la que cabría esperar. Pretenden ir enseguida a arrancar las
malas hierbas y le piden permiso a su señor. Pero el dueño
del campo, inesperadamente, se lo impide, no sea que, al querer
acabar con la cizaña, se lleven por delante también el trigo. A
pesar del perjuicio que eso pudiese ocasionar de cara al rendimiento óptimo de
la cosecha, el patrón prefiere esperar, y ordena dejar que
crezcan juntos hasta el momento en que las espigas estén
bien granadas y no haya posibilidad de confundirlos. Entonces será
el momento adecuado para separar el uno de la otra.
En esta salida
tan inesperada y aparentemente poco razonable del propietario
del campo se encuentra, sin duda, el elemento más llamativo de la
parábola. A la lógica humana reflejada en la impaciencia de
los campesinos se contrapone la lógica divina, personificada en
la paciencia y prudencia del patrón.
No sabemos en
qué situación concreta fue contada esta parábola, pues el
evangelio de Mateo no nos lo dice. Lo cierto es que, en aquel
tiempo, mucha gente esperaba ansiosamente que el Mesías instaurase
gloriosamente su Reino después de aniquilar totalmente el
mal de este mundo. Por eso había quienes pensaban que Jesús reuniría
en torno a sí una comunidad de puros y de santos donde los
malvados e impíos no tuviesen lugar. Pero su costumbre de comer
y tratar con los pecadores desmintió estas expectativas. Por medio
de esta parábola, da a entender que todavía no ha llegado la hora
del juicio de Dios, que es el único que tiene derecho a sentenciar de
qué parte está cada uno. Mientras tanto, el Reino está abierto
a todos, puesto que todavía hay tiempo para la conversión. La
paciencia divina puede hacer el milagro de que lo que parecía cizaña
se revele finalmente como trigo.
Este sencillo
relato hace ver que el Reino de los Cielos está ya presente
en medio de las realidades negativas de este mundo. La historia
es un campo en el que se mezclan el bien y el mal. Pero nadie
tiene derecho a ponerse en el lugar de Dios, ni puede apresurarse a
juzgar lo que pertenece al Reino y lo que no, no sea que se cometa
un error irreparable confundiendo las "malas hierbas" con el
"trigo limpio", o viceversa. Sólo el tiempo pondrá las cosas en su lugar.
Al final, cuando llegue la siega, es decir, el juicio divino (Jn
4,13; Mt 3,12), cada cual habrá dado su fruto y entonces podrán
separarse sin posibilidad de error (Mt 25,31-46).
Quizá podría objetarse que, en
este caso, no es necesario esforzarse en buscar el
significado de una parábola que el mismo Jesús interpreta en Mt
13,36-43. Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias. Los
estudiosos piensan que estas xplicaciones no fueron pronunciadas
originalmente por él. Serían más bien obra del evangelista,
que, posteriormente, habría adaptado su mensaje teniendo en
cuenta la problemática de su comunidad, en la que también se mezclaban
las realidades positivas con las negativas. Del mismo modo,
nosotros podemos leerlas y aplicarlas hoy a la situación de la Iglesia,
que no es una agrupación de hombres y mujeres perfectos, sino
un campo en el que siguen creciendo juntos el trigo y la cizaña.
GUÍA DE LECTURA
"Dejad que
crezcan juntos hasta el tiempo de la siega" Antes
de comenzar, buscamos Mt 13,24-30
• Ambientación
A pesar del
rechazo, Jesús sigue anunciando la Buena Noticia utilizando todos
los medios que están a su alcance, incluidas las parábolas.
En estas narraciones, a primera vista ingenuas, pero cargadas de
un profundo significado, se nos revela el misterio del
Reino y se nos invita a tomar postura frente al novedoso mensaje
sobre Dios que en ellas se contiene.
Miramos nuestra
vida
A todos nos
gustaría vivir en un mundo perfecto donde el mal pudiese ser arrancado
de raíz. Pero la experiencia nos enseña que el bien y el
mal conviven codo a codo en cada persona, en cada grupo, en
cada institución... A veces se reconocen a simple vista,
pero otras están tan íntimamente ligados que cuesta distinguirlos con
facilidad. Nada ni nadie es tan malo que no tenga cosas buenas...
y al revés. En cambio, casi siempre juzgamos demasiado
deprisa y no sabemos distinguir el "trigo limpio" que crece
entre las "malas hierbas", o viceversa.
- ¿Qué
sientes cuando ves que dentro de ti o en la realidad que
nos rodea el mal y
el bien se mezclan tan estrechamente?
- ¿Te has
equivocado alguna vez al juzgar a otras personas o situaciones?
Cuenta alguna experiencia que hayas tenido.
Escuchamos la
Palabra de Dios.
La parábola que
vamos a leer nos invita a desarrollar la paciencia
histórica necesaria para vivir en un mundo donde el bien
y el mal comparten un mismo espacio. Frente a los que desearían
erradicar precipitadamente lo negativo de este mundo, Jesús
advierte contra el riesgo de querer decidir demasiado pronto
lo que es trigo y lo que es cizaña, lo que hace crecer y madurar
el Reino y lo que lo perjudica.
• Nos preparamos
para escuchar la Palabra de Dios con un momento de
silencio e invocamos la presencia del Espíritu Santo.
• Un miembro del
grupo proclama en voz alta Mt 13,24-30.
• Reflexionamos
en silencio: cada uno vuelve a leer personalmente el pasaje y
consulta las notas de su Biblia para poder entenderlo
mejor.
• Respondemos
entre todos a estas preguntas:
- ¿Con qué se
compara el Reino de los Cielos en esta parábola?
- ¿Cómo
reaccionan los siervos cuando advierten que el campo de
trigo está sembrado de cizaña? ¿Por qué?
- ¿Qué les
responde el dueño del campo? ¿Por qué?
- ¿Cuál de estas
dos posturas parece más razonable desde la lógica
humana?
- ¿Qué nos
enseña esta parábola sobre Dios y su Reino?
Volvemos sobre
nuestra vida
También la
Iglesia y cada una de nuestras comunidades son espacios donde
están presentes a la vez lo bueno y lo malo. A menudo esto nos
hace sufrir, y no acabamos de entender por qué entre los
que nos llamamos seguidores de Jesús ha de crecer también la
cizaña. En ciertas situaciones seríamos partidarios de
soluciones drásticas y tajantes que acabasen de un plumazo con
ciertos escándalos y malos ejemplos. Nos cuesta dar tiempo
al tiempo y hasta dudamos de que algunas personas y situaciones
se puedan corregir
¿Cómo reaccionas cuando en la Iglesia o en
tu comunidad se hace presente el mal?
¿Qué te enseña
esta parábola de Jesús a la hora de enfrentarte a
esas situaciones?
Oramos
Concluimos
nuestro encuentro con un momento de oración, recogiendo en
forma de plegaria lo que la Palabra que hemos leído y
compartido nos inspire.
• Para ambientar
este momento, podemos mezclar recortes de prensa o
fotografías que evoquen situaciones positivas y negativas,
derramando sobre ellos algunas semillas.
• Oramos
personalmente.
• Expresamos
comunitariamente nuestra oración.
• Acabamos
cantando Anunciaremos tu Reino o recitando el salmo
126 (125): "Cuando el Señor cambió la suerte de Sión".
Fuente: El Tesoro del Escriba. Guía para una Lectura Comunitaria del Evangelio
de Mateo. La casa de la Biblia
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