Gracia y Paz de parte de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro
Señor. (2 Cor 1, 3).
Solo en la medida que hemos experimentado la Misericordia de Dios en
nuestras vidas, podremos comprender la necesidad que tenemos de ser misericordiosos
con los demás, sin juzgarlos por sus pecados o errores, sin creernos mejores cristianos
que otros. Eso no nos corresponde a nosotros hacerlo. Dios es un amante de la humanidad
y no quiere la muerte del pecador, al contrario, quiere que tenga vida. No
olvidemos que creemos y oramos a un Dios Padre Misericordioso.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu
Santo permanezcan con todos ustedes. (2 Cor 13,13).
Jhoani Rave
Rivera (C.O.P.S.)
¿CÓMO
ACTÚA LA MISERICORDIA DE DIOS? EL
ENCUENTRO DE JESÚS Y ZAQUEO
El
evangelio de San Lucas tiene por objetivo comunicarnos la liberación que Jesús ha
venido a otorgarnos a todos. Jesús es el Señor que libera, pero esa salvación
que el Señor nos concede la realiza desde la misericordia. Recordemos que la
misericordia no es un simple sentimiento; consiste en una virtud muy
importante: dar algo de mí mismo a la pobreza del corazón de mi hermano. En la
narración que vamos a leer observaremos el corazón pobre de Zaqueo. Un corazón
falto de perdón y comprensión. Jesús ejerce con el duro cobrador de impuestos
el difícil arte de la ternura. La misericordia de Jesús se transforma en perdón
y devuelve a la vida de Zaqueo la humanidad perdida.
1.
Situación de la narración en el conjunto del Evangelio.
El fragmento que nos cuenta la historia de
Zaqueo (19,1-10) se halla ubicado en la sección central del evangelio: el viaje
de Jesús con sus discípulos desde Galilea hasta Jerusalén (9,51-19,27). Durante
toda esta larga sección, Jesús dedica la mayor parte de su tiempo a instruir a
los discípulos. De alguna manera Jesús se hace Palabra dispuesta a preparar a
sus amigos para vivir el tiempo de la Iglesia. Jesús enseñará a los discípulos
que la verdadera misericordia pasa siempre por el perdón.
Notemos
un segundo detalle, especialmente importante, en cuanto a la posición del
texto. La narración de Zaqueo se halla, prácticamente, al final de la sección
del viaje a Jerusalén y justo antes del inicio de los relatos concernientes a
la pasión del Señor. Al final de su largo viaje Jesús enseñará a sus discípulos
a convertir la misericordia en perdón.
Al
final de su vida, en el dolor de la Cruz, Jesús también convertirá la misericordia
en perdón: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (23,34).
Al final de su viaje y al término de su vida, Jesús nos enseña la virtud de
saber perdonar. ¿No será que la capacidad de perdonar es la mejor manifestación
de la auténtica misericordia?
El
Nuevo Testamento lleva siempre a su plenitud algún aspecto del Antiguo
Testamento. Este episodio presenta similitudes y diferencias con otro muy
importante de la Antigua Alianza: la entrada de Josué en la Tierra Prometida
conquistando la ciudad de Jericó (Jos 6). El pueblo de Israel, guiado por
Moisés, había emprendido un largo periplo desde Egipto hacia la Tierra de
Promisión. Josué llega a la ciudad de Jericó, y por la fuerza de las armas toma
aquella villa. La conquista le permite entrar en Tierra Santa y tomar posesión
del país que Dios había otorgado a sus antepasados. Antes de tomar la ciudad,
Josué se encuentra con una mujer marginada: Rahab. Ésta le ofrece una hábil
estrategia para tomar fácilmente la ciudad sin necesidad de perder ningún guerrero
en el combate. Una vez que ha conquistado Jericó, y como acto de gratitud,
Josué ejerce la misericordia con aquella mujer y con su familia permitiéndoles
seguir con vida (Jos 6,22-23).
Jesús,
guiando a sus discípulos, emprende también un viaje desde Cafarnaúm a
Jerusalén. Jesús llega a Jericó y conquista aquella ciudad representada por
Zaqueo. No lo hace con el poder militar, sino con la fuerza de la misericordia
convertida en perdón. Desde Jericó, el Señor se dirige a tomar la Ciudad Santa,
pero no lo hará con el poder de las armas sino desde la debilidad de la Cruz.
También, en Jericó, ejerce el Señor la misericordia con alguien marginado: el
cobrador de impuestos.
Apreciemos
la importancia que tiene la situación del fragmento en el conjunto del evangelio.
La simple posición de este texto nos enseña tres cosas: Jesús se hace Palabra
enseñándonos el perdón; prepara la actitud del creyente ante las adversidades
de la vida representadas por la pasión; y, finalmente, nos indica la
culminación y superación del Antiguo Testamento en el Nuevo.
2.
Lectura del texto (19,1-10)
Entró
Jesús en Jericó y comenzó a atravesar la ciudad. En esto un hombre llamado
Zaqueo, que era jefe de recaudadores y muy rico, trataba de distinguir quién
era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Para verlo
se adelantó corriendo y se subió a una higuera, porque tenía que pasar por
allí. Al llegar a aquel sitio, levantó Jesús la vista y le dijo:
-Zaqueo,
baja enseguida, que hoy tengo que alojarme en tu casa.
Él
bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver aquello murmuraban todos: - ¡Ha
entrado a hospedarse en casa de un pecador!
Zaqueo
se puso en pie y le dijo al Señor:
-Mira,
la mitad de mis bienes. Señor, se la doy a los pobres, y si a alguien le he
sacado dinero, se lo restituiré cuatro veces.
Jesús
le contestó: -Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también él es hijo
de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido
y a salvarlo.
3.
Elementos del texto.
a)
Jericó.
La
ciudad de Jericó era un núcleo urbano importante, situado de manera estratégica
entre las regiones de Judea y Perea. Al ser zona fronteriza disponía de un
servicio de aduanas y de una guarnición militar relativamente grande. También
era zona de intercambios comerciales al confluir en ella un nudo de
comunicaciones significativo. El rey Herodes construyó al lado de la ciudad
antigua una ciudad nueva y la dotó de palacios y termas.
La
situación comercial, fronteriza, aduanera y militar, otorgaba a la ciudad un
ambiente cosmopolita un tanto alejado del cumplimiento estricto de las leyes
judías referentes a la moral. La presencia de soldados, comerciantes y
numerosos viajeros hacían que la ciudad fuera en cierta medida una urbe con
muchos lugares de diversión. Desde una perspectiva histórica, la ciudad había
gozado de un gran prestigio. Recordemos que es una de las ciudades más antiguas
que se conocen, y el AT le concede un gran papel (Jos 6- 7).
b)
Zaqueo.
La
palabra "Zaqueo" es un diminutivo de "Zacarías", nombre que
significa probablemente: "El Señor se acuerda de nosotros". El nombre
es un diminutivo popular que posiblemente era utilizado como apodo; indica por
tanto que la persona era muy conocida.
Su
profesión consiste en cobrar los impuestos. En la época de Jesús las
contribuciones gravaban muy duramente al pueblo judío. El sistema impositivo
era muy severo y, capilarmente, llegaba a todos los estratos de la población.
Cobraban impuestos los romanos, pero también los cobraba el rey Herodes, y
había que pagar además un pequeño diezmo al Templo.
El
impuesto realmente duro y gravoso era el impuesto cobrado por los romanos. El
cobro se realizaba, a veces, de forma violenta y mediante la extorsión y el
abuso. Generalmente se exigía mucho más de lo que una persona podía pagar, lo
que implicaba el empobrecimiento progresivo de la población y en algunas
ocasiones la reducción a la esclavitud de los deudores insolventes.
Zaqueo
era muy rico debido a su oficio de jefe de publícanos. Cobrar impuestos
permitía realizar cualquier arbitrariedad, lo que repercutía en el rápido
enriquecimiento del cobrador. El hecho de ser recaudador implicaba que Zaqueo
fuera mal visto y, a la vez, muy temido por las gentes. Como él mismo
confesará, el ejercicio de su profesión había dado lugar a que cometiera
algunas injusticias, como hacían habitualmente los recaudadores de entonces.
Era
pequeño de estatura, la gente no le permite ver pasar a Jesús. Tal vez fuera
una persona dada a protagonizar gestos curiosos, observemos lo que nos dice el
texto: corre entre la gente y se sube a un sicómoro. Nos da la impresión de un
personaje pintoresco: pequeño, lo conocen mediante un mote, la gente lo teme,
se ha enriquecido a costa de los demás, es un colaboracionista del dominio
romano. El hecho de ejercer la profesión de recaudador de impuestos implicaba
la exclusión de la vida religiosa del resto de los judíos. Los cobradores eran
un tipo de gente despreciada, pero también muy temida a causa de su dinero y su
poder coercitivo.
Jesús
llevaba bastante tiempo predicando, era ya un personaje famoso que estaba a
punto de cruzar Jericó de paso hacia Jerusalén. Entonces Zaqueo intenta ver a
Jesús. Entre la multitud abigarrada quiere ver quién es aquel personaje, tan
famoso, que cruza la ciudad.
Zaqueo
intentaba ver a Jesús, pero no podía. Su pequeña estatura y la muchedumbre de
gente que se agolpaba en torno se lo impedía. La gente no solamente le impedía
ver a Jesús físicamente, se lo imposibilitaba también moralmente: Zaqueo era un
cobrador de impuestos, pequeño, excluido de las prácticas religiosas judías,
motejado; quizás, no amado por nadie, pero sí temido por todos.
Estas
ideas de la gente respecto de su persona, ciertamente habrían influido en su
manera de pensar y de percibir su existencia. La vida de Zaqueo ya estaba
modelada; él se enriquecía cobrando impuestos y sus conciudadanos lo temían y
odiaban: no era posible cambiar nada. La salvación, la misericordia, la persona
de Jesús, pasa a su lado, pero nada ni nadie -según su forma de pensar- puede
hacer nada por su vida. Su suerte está echada para siempre, su modo de vida lo
ha empequeñecido y el desprecio de los demás le impide detectar un futuro
distinto.
c) La gente La gente le impedía ver a Jesús.
La
gente no significa sólo un grupo de personas; también significa lo que piensa
la gente. La opinión de las personas respecto de Zaqueo hace imposible que
aquel hombre vea a su salvador. Cuando Jesús se ha alojado en casa de Zaqueo,
la gente murmura. Critican duramente la decisión de Jesús: "¡Ha ido a
hospedarse a casa de un pecador!". Zaqueo es un pecador. ¡Qué palabra
más dura! Un hombre perverso que ha roto sus relaciones con Dios. Un hombre
impuro, uno que no tiene derecho a cambiar de vida, ni a liberarse. Una persona
a la que no se permite sentirse bien junto a Dios, ni contemplar el rostro de
Jesús.
La
opinión de la gente hace de Zaqueo un hombre pequeño para siempre. La
muchedumbre traba al cobrador de impuestos su contacto con Jesús. Todos somos
hijos de Dios, pero a veces, lo que de nosotros se piensa y se opina nos
disminuye, sobre todo si nadie nunca nos ha valorado en aquello que realmente
somos.
d)
Jesús.
Jesús
cruzaba la ciudad en dirección a la Ciudad Santa, en la que iban a tener lugar
los acontecimientos que recordamos el Domingo de Ramos. Jesús llega a Jericó
con fama de salvador, por eso lo rodea una multitud de curiosos. Pero la única
persona en la que el Señor fija su atención es en Zaqueo. La forma de vida de
Zaqueo con relación a su pueblo era injustificable. En cambio, Jesús es a la única
persona que mira.
Jesús
tiene con Zaqueo una actitud caracterizada por dos verbos:
se fija en él "levantando los ojos"
y le "habla"; verbos muy sencillos y a la vez muy profundos:
-
Levantar la vista: ...levantó Jesús la vista...
Recordemos
el caso de Jesús cuando levanta los ojos al cielo y el evangelio nos dice:
"Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo,
los bendijo, los partió y los dio a los discípulos para que sirvieran a la
gente" (Lc 9,16). El fragmento se encuentra en la multiplicación de los
panes.
El
verbo significa "mirar en profundidad", "mirar con la intención
de hacer el bien", "con la intención de ejercer la
misericordia". El mismo verbo ha sido utilizado en el fragmento anterior
del evangelio (18,35-43) con la intención de devolver la vista a un ciego.
Mirar en profundidad no es ver detalladamente la realidad; es mirarla con el
deseo de transformarla desde la misericordia y la ternura.
- Decir: ... y le dijo...
Este
verbo no significa, simplemente, el hecho de pronunciar sonidos con los labios.
Su acepción más genuina es la de "comunicar" algo que tiene una
fuerte repercusión en la vida de quien lo escucha. Para aclarar el sentido del
término hagamos una breve referencia al AT.
El
pueblo de Israel padece en Babilonia la dureza del exilio. El pueblo clama al
Señor y le pide ayuda. Entonces Dios, mediante un profeta, le dirige su palabra
de sosiego: "Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad
al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio..."
(Is 40,1).
El
"decir" de Dios a su pueblo no se limita a pronunciar palabras.
Comunica el consuelo a Israel y le anuncia la pronta liberación. El
"decir" de Dios cambiará radicalmente la vida de los exiliados.
Cuando Dios habla se revela. La llamada de Jesús a Zaqueo es la revelación de
Dios, y su mirada transmite su misericordia.
Jesús
le dice: "...baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu
casa". Observemos que Jesús no le recrimina nada a Zaqueo de su vida
pasada; y objetivamente -al ser cobrador de impuestos- habría muchas cosas que
reprocharle. Convengamos que es bastante lógica la reacción de la gente ante la
actitud de Jesús: Zaqueo era un pecador y, en general, mal visto por los
judíos.
Hay
un detalle en el texto que no debe pasarnos por alto. Jesús dice a Zaqueo: "...hoy
tengo que alojarme en tu casa...". Esta expresión tan sencilla "tengo
que" la utiliza Jesús en algunos momentos cruciales de su vida:
Cuando
Jesús se ha perdido en el Templo y sus padres le encuentran entre los doctores,
él les dice: "¿No sabíais que yo tenía que estar en la casa de mi
Padre?" (2,49). Más adelante dirá: "También a los otros
pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios; para eso me han
enviado" (4,43). Comenta a los discípulos: "El Hijo del Hombre
tiene que padecer mucho, tiene que ser rechazado por los senadores..."
(9,22); "...tengo que seguir mi viaje, porque no cabe que un profeta
muera fuera de Jerusalén" (13,33); "...porque os digo que
tiene que cumplirse en mí lo que está escrito..." (22,37); etc.
La
vida de Jesús no es fruto de la improvisación ni resultado de la casualidad. La
vida de Jesús responde a un proyecto: "El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque él me ha ungido para que dé la buena nueva a los pobres " (4,18).
La vida de Jesús da plenitud al proyecto de Dios en favor de los hombres: "...todo
lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí tenía
que cumplirse" (24,44). Por eso el Señor "...tiene que..."
hospedarse en casa de Zaqueo, porque Él es la liberación de Dios entre los
hombres. Nunca nadie se ha preocupado de que Zaqueo fuera humanizado, por eso
es necesario que Jesús mismo emprenda esta tarea.
Zaqueo
obedece a Jesús y hace exactamente lo que Él le ha dicho. Por el contrario, la
multitud se siente sorprendida y molesta con el gesto de Jesús: no pueden
entender la razón que lleva a Jesús a hospedarse en casa de un pecador. Zaqueo
adquiere ante Jesús una doble actitud:
- Está de pie: ...Zaqueo se puso en pie...
Estar
en pie ante alguien es el verbo que expresa la dignidad humana. La mirada de
Jesús y sus palabras han devuelto la dignidad personal a Zaqueo. Antes el texto
nos lo había presentado como un personaje de baja estatura a quien la gente
impedía ver el paso de Jesús. La mirada y la palabra de Jesús, le ha devuelto
la dignidad de saberse alguien ante los demás y ante sí mismo.
Recuperar
la dignidad, ponerse de pie, es una metáfora del perdón. Cuando recibimos el
perdón recuperamos y aceptamos nuestra auténtica humanidad. Solamente el perdón
libera. Únicamente el perdón, a pesar de nuestras bajezas, nos permite estar de
pie ante el Señor y ante los hermanos.
-
Jesús es el Señor: ... y dirigiéndose al Señor le
dijo... Cuando Zaqueo subió al sicómoro, quizá, sólo pretendía ver a un
personaje famoso, buen orador y con fama de milagrero. Pero ese personaje le ha
hablado y lo ha mirado, y con estas acciones le ha devuelto su dignidad de
persona. Zaqueo ha sido perdonado.
Después
de este encuentro personal y trascendental en su vida, Jesús ya no puede ser
simplemente un personaje famoso e interesante. A partir de ahora Jesús es el
Señor. El que ha cambiado para siempre su corazón. Zaqueo ya no servirá más a
los pequeños señores a quienes daba culto: el dios del miedo que infundía a sus
vecinos, y el dios de la soledad y el aislamiento con el que le pagaban las
gentes. Zaqueo ha llegado a la fe, ha descubierto a Jesús como el único Señor
de su vida.
e)
La conversión.
Únicamente
quien ha recibido el perdón es capaz de convertirse. Habitualmente nuestra
mentalidad es distinta. Cuando nuestra vida se desenvuelve en el mal, pensamos
que lo primero que hay que hacer es un esfuerzo personal por convertirnos.
Creemos que cuando nos hayamos vuelto buenos a causa de nuestro esfuerzo,
entonces Dios nos perdonará. Los ojos humanos contemplan este proceso: pecado,
conversión, perdón. Pero los ojos de Dios siguen un proceso distinto: pecado,
perdón, conversión. Observemos este camino en la narración de Zaqueo.
Zaqueo
es ciertamente un pecador. Pero es Jesús quien primero lo mira y le habla. Son
los ojos y la voz de Jesús los que devuelven la dignidad a Zaqueo. Al haber
oído la palabra de Jesús y haber percibido su mirada, Zaqueo se pone de pie y
lo reconoce como Señor. La misericordia de Jesús, transmutada en perdón, ha
puesto de pie a Zaqueo. El recaudador de impuestos ha aceptado la mirada del
Señor, ha sido perdonado; ahora ya puede convertirse.
¿Qué
significa convertirse? Convertirse es transformar en
obras de misericordia el perdón que gratuitamente hemos recibido de Dios.
Zaqueo se convierte: comienza a traducir en misericordia el perdón significado
en la mirada y en la palabra de Jesús: -
“La
mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres...”
En
tiempos de Jesús un grupo religioso importante era el de los fariseos. Se
caracterizaban por cumplir la Ley de una manera muy estricta. Esta conversión,
dar la mitad a los pobres, sería un cambio muy pequeño, simplemente pasaría de
ser un publicano a ser un fariseo. Cuando uno había robado alguna cosa, la Ley
mandaba devolver el doble de la cantidad robada. Un fariseo se limitaría a
observar esta prescripción, y devolvería el doble de lo robado. Si Zaqueo
actuara así se limitaría a cumplir simplemente las normas de honradez, pero él
va mucho más lejos...
“-
...y si a alguien le he sacado dinero, se lo restituiré cuatro veces más”
Zaqueo
muestra una gran generosidad. Su restitución se adecúa a las prescripciones más
exigentes de la Ley: "Cuando un hombre roba un buey o una oveja y los mata
o los vende, debe restituir cinco bueyes por cada buey y cuatro ovejas por cada
oveja" (Ex 21,37); "lo que se ha robado debe devolverse con un
recargo de una quinta parte de más" (Lv 5,21-24). Zaqueo devuelve
mucho más de lo que la Ley prescribe. Quien ha recibido generosamente el perdón
de Dios no pone límites al ejercicio de la misericordia. Entrega a la pobreza
del corazón de su hermano mucho más de lo prescrito por las normas.
f)
El final de nuestra historia.
¿Por
qué ha perdonado Jesús a Zaqueo? Escuchemos en la cálida voz del texto las
palabras del Señor: "...pues también él es hijo de Abrahán". Por el
mero hecho de ser persona humana (hijo de Abrahán) Zaqueo tiene capacidad de
percibir la misericordia de Dios. Los hombres, simplemente en razón de nuestra
propia humanidad, tenemos la dignidad plena para estar de pie ante Dios y
recibir de él su perdón y su misericordia.
"Hoy
ha llegado la salvación a esta casa...":
nuestra
liberación consiste en aceptar la mirada y la voz que Dios nos dirige. La
aceptación de la mirada de Dios nos otorga el perdón, y una vez perdonados
podemos convertirnos y vivir en el amor. ¿Cuántas veces nuestra pequeñez y la
opinión de la gente que nos rodea, nos impiden dejarnos mirar por Jesús?
La
última línea de la narración es especialmente significativa: "Porque
el Hijo del Hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo".
La finalidad de la acción de Jesús no es otra que la de liberar al oprimido por
cualquier causa. Estas palabras nos traen el eco de otros fragmentos del
evangelio, pero vamos a fijarnos solo en un elemento: el Hijo del Hombre.
En
tiempos de Jesús la gente esperaba ansiosamente la llegada de un salvador. Todo
el mundo deseaba la llegada de alguien que desde el poder y con una apariencia
deslumbrante trajera al mundo un tiempo de felicidad y de paz. Jesús es el
Señor que aporta a todos la liberación esperada. Pero no nos la trae desde la
apariencia deslumbrante, ni mediante una gran capacidad económica, ni tampoco a
través de un poder apabullante.
Jesús
nos trae la liberación esperada, pero actúa de un modo completamente diverso al
deseado por los hombres. Jesús libera mediante la actitud de servicio, la vida
compartida y la existencia humilde. El AT, cuando se refiere a un personaje
caracterizado por estas actitudes (compartir, servir y ser humilde), lo
denomina Hijo del Hombre; por eso Jesús es el Hijo del Hombre esperado.
Zaqueo
se ha encontrado con Jesús, el Señor. Ese encuentro personal le ha permitido
descubrir el auténtico señorío de Jesús, el Hijo del Hombre. El cobrador de
impuestos sabe que, a partir de ahora, su vida ha de ser semejante a la de su
verdadero Señor. La vida compartida, la existencia humilde y la actitud de
servicio permitirán a Zaqueo verter en el corazón pobre de sus hermanos la
misericordia que él mismo ha recibido gratuitamente de Jesús.
4.
Síntesis final.
El evangelio de Lucas es el texto de la misericordia
de Dios. Jesús es el Señor que nos trae la liberación mediante el ejercicio
fiel de la misericordia. La misericordia no es un concepto sino una realidad
que se manifiesta con muchas caras. El primer rostro de la misericordia de Dios
con los hombres es el perdón. El episodio de Zaqueo nos muestra la misericordia
de Dios convertida en perdón.
Zaqueo
es el prototipo de persona al que las circunstancias de la vida y sus propias
acciones, le han llenado el corazón de amarga culpabilidad. La opinión de las
gentes y su propio sentimiento de culpa hacen de Zaqueo una persona
empequeñecida. Él piensa que en su vida no es posible ningún cambio. Únicamente
es posible sobrevivir provocando miedo en los demás, y soportando la dura
respuesta del odio y el desprecio.
En
el seno de este círculo vicioso hace acto de presencia inesperadamente Jesús de
Nazaret. Él, con su mirada y su palabra, otorga el perdón a Zaqueo. Una vez
perdonado, Zaqueo recobra su dignidad humana y, poniéndose de pie, reconoce a
Jesús como el único Señor de su vida. El perdón permite a Zaqueo convertirse, y
una vez convertido puede iniciar la senda del bien, que no es otra cosa que
repartir entre sus hermanos la misericordia vertida por Jesús en su propia
existencia.
Jesús
no libera a Zaqueo por casualidad. La vida Jesús es la encarnación del proyecto
liberador de Dios entre los hombres. Jesús "tiene que" liberar al
cobrador de impuestos porque para esta misión ha sido enviado. Pero Jesús
libera de un modo muy especial. Él es el Hijo del Hombre que nos trae la
liberación de Dios convertida en servicio, humildad y vida compartida.
Fuente:
Frances Ramis Darder.
Lucas, el Evangelista de la ternura de Dios
P.
57-67
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