De todo lo
que se ha dicho hasta aquí se ve claramente que el Cristianismo Ortodoxo es una ciencia que sana, es decir, es un
método psicoterapéutico e instrucción. Lo mismo debemos de decir también para la teología. No es filosofía sino
principalmente instrucción terapéutica. La ortodoxa teología
muestra claramente que es el fruto de una terapia
y el camino que la muestra. De todos modos, sólo los que se han terapiado y consiguieron la comunión
con Dios son teólogos y sólo
ellos pueden indicar a los cristianos el verdadero camino para llegar al
“lugar” de la terapia. Entonces la teología es fruto y método de terapia.
Aquí hace
falta de extendernos un poco para ver más claro estas verdades. Expondremos la enseñanza de los santos
Padres en relación
con la teología y los teólogos.
Creo que uno
debe de empezar de san Gregorio el Teólogo al cual no por casualidad la Iglesia le dio el sobrenombre de Teólogo.
Al principio de sus espléndidos logos teológicos escribe que no todo hombre puede teologizar y hablar sobre Dios,
porque el que uno hable sobre Dios no
es una cosa barata y de personas con mentalidad materialista y terrenal”. Esto
no es trabajo para todos, sino de
los que están probados y experimentados en la vida espiritual y de los que han llegado a la teosis o
glorificación. Antes de ellos están los que han catartizado purificado,
limpiado su psique y cuerpo o por lo menos han hecho una catarsis normal.” Sólo aquellos
que pasaron por la
praxis a la teoría contemplación espiritual pueden hablar sobre Dios. ¿Cuándo se consigue esto? “Cuando cesamos de las
preocupaciones terrenales, de los conflictos
y de las suciedades de las tentaciones exteriores, y cuando la parte
hegemónica, es decir, el nous de la
psique, no está rabiando o confundido por malas conductas y engaños”. Por eso el Santo nos sugiere que “realmente
el hombre bebe liberarse de las preocupaciones
terrenales y conocer
a Dios” 6. (San Gregorio el Teólogo,
E.P.E t.4º, 14).
San Nilos el
Asceta conecta la teología con la plegaria, especialmente con la oración noerá o del corazón. Sabemos bien por la
enseñanza de los santos Padres que aquel que consiguió el carisma de la oración del corazón, se ha
introducido en los primeros estadios de la teoría de Dios. Esta también es un tipo, una variedad de zeoría. Por eso los que oran noeramente (espiritualmente con el nous al corazón)
adquieren la comunión con Dios y esta comunión es gnosis, conocimiento de Dios por el hombre.
Dice pues, san Nilos
el Asceta: “Sí, eres
teólogo orarás verdaderamente, y sí oras de verdad eres realmente
teólogo” 7. (Filocalía, t.1º c.61).
San Juan el
Sinaíta o el Klímaco en muchos puntos de su gozosa obra que se llama “Klímax”,
(escalera) presenta la verdadera teología. “El fin de la catarsis es cuestión de la
teología. Aquel que ha unido totalmente sus sentidos con Dios se instruyen
místicamente de Él, si no se ha conseguido
esto, entonces es difícil y peligroso que hable sobre Dios”. Aquel que no conoció a Dios existencialmente, éste “se
expresa intelectual y reflexivamente”. 9.
(Logos 30,13). Desde luego según
la enseñanza patrística, el que uno hable sobre Dios por meditación es muy malo y peligroso, porque conduce la persona al engaño.
El mismo santo conoce la manera que se desarrolla en nuestro interior “la
teología de los demonios”. En los vanagloriados corazones que anteriormente no se han catartizado, limpiado y purificado por
la energía increada del Espíritu
Santo, los sucios demonios “... apenas que empiezan a estudiar la Santa
Escritura les revelan sus
interpretaciones”. 10. (Logos 26b,36). Por
eso aquel que tiene un pazos es “peligroso tocar la teología”. 10.
(Logos 27,9).
Los santos
sufrían y pasaban por “las experiencias divinas no intelectualizando” y como dicen los Padres no teologizaban
aristotélicamente, es decir, con la diania (mente, intelecto, cerebro), sino pesadamente (por atracción
sin privar la libertad), es decir, atraían por la energía increada del Espíritu Santo. Si antes no
se hace la catarsis no se limpia ni se purifica el hombre de los pazos y principalmente de la fantasía, es incapaz, incompetente e impotente para dialogar y hablar sobre Dios, puesto que “el nous imaginando
con la fantasía es impotente para la teología”. Los santos han vivido una “teología escrita
por el espíritu”.
La misma
enseñanza se encuentra en las obras de san Máximo el Confesor. Cuando el hombre vive la “filosofía práctica” que es
metania y catarsis de los pazos, “avanza en prudencia y sano juicio”. Cuando vive en zeoría entonces prospera en
“increada gnosis, conocimiento de Dios”. En el primer
caso puede discernir entre la virtud y la maldad.
En el segundo el de la zeoría contemplación espiritual “conduce
al participante a los logos somáticos (corpóreos) e incorpóreos”. A continuación, progresa “... y entonces se hace
digno de la Jaris increada para teologizar,
pasando con las alas de la agapi por todo lo que se ha dicho, y viene en zeoría
y examina – a medida de la
posibilidad del nus humano- el logos sobre las cualidades de Dios con la ayuda del Espíritu”. 12. (Filocalía tomo 2º pág.17, logos 26).
La teología, es decir, la gnosis (increada) sobre Dios se mistagoyiza se instruye místicamente
en aquel que llegó a la zeoría
contemplación espiritual, expectación de la luz increada. En otro punto el
mismo Padre dice que aquel que
incesantemente se ocupa y trata sobre sus interiores “no sólo tiene sano juicio
y es tolerante y bondadoso y tiene conducta
humilde sana y serena, sino que “contempla, teologiza y ora” 13. (Filocalía tomo 2º pág.47, logos 64). En
este punto la teología también conecta y se une con la zeoría y la oración. Debemos de
subrayar que la teología que no es resultado de la catarsis, es decir, de la praxis, es demoníaca. Según san Máximo
el Confesor la gnosis sin praxis es teología de los demonios. 14, (P.G 91, 601 C).
San Thalasio
encontrándose en la misma perspectiva escribe que cuando el nous del hombre empieza por la fe “termina en la
teología que está más allá de cada nous y la definen como fe sostenida
y visión de las cosas
invisibles” 15, (Filocalía 2º tomo pág.227,
13). La teología es superior y está más allá de la
lógica, es apocálipsis-revelación de Dios al hombre y los Padres la definen como zeoría. Aquí la teología es principalmente zeoría de Dios, es decir, contemplación,
expectación, avistamiento de Dios. En otro punto el mismo santo escribe que “de la verdadera agapi nace la gnosis.
Esta la sucede el ésjaton (último) deseo. Esto es la Jaris de la teología” 16,
(Filocalía 2º tomo pág.226, 62).
En la
enseñanza de san Diádoco de Fótica, la teología se presenta como el mayor
carisma que ofrece al hombre el
Santísimo Espíritu. “Todos los carismas de Dios son muy buenos y capaces de suministrar cualquier bondad.
Pero ningún otro enciende y mueve al corazón a la bondad de Dios, como la teología”. Porque la teología como
nacimiento de la jaris increada de Dios “sobre todo hace muchos regalos
a la psique” 17 (Filocalía, San Diadoco de Fótica v.67).
Según el
logos de Apóstol Pablo, el Espíritu Santo da a un hombre el carisma de la
gnosis y a otro el de la Sofía
sabiduría. (2Cor 12,8). Y san Diádoco de Fótica dice que la gnosis junta al hombre con Dios, pero no mueve la psique
para logos de las cosas. Existen monjes que aman la hisijía y se iluminan por la jaris de Dios, “pero no llegan en
logos divinos”. La Sofía, sabiduría es de
los regalos más escasos que se dan por Dios al hombre para aquel que tiene
expresión y nus receptivo y abierto
con espacio para caber. Por eso la gnosis de Dios “trae mucha oración, hisijía y perfecta despreocupación, en cambio la
sabiduría la produce el continuo estudio de los logos de Dios que se hace sin vanagloria y sobre todo por la Jaris
increada de Dios, (18. Idem). El carisma de teología es la energía
(increada) del Paráclitos y a la vez sinergia (colaboración con la energía de la voluntad) del hombre,
puesto que el Espíritu Santo no da la gnosis de los misterios “cuando no tenemos la fuerza que por su
naturaleza busca e investiga la gnosis”, (19.
San Máximo el Confesor, Filocalía
t2, v.16)
En la
enseñanza de san Gregorio Palamás los teólogos son principalmente zeoptes- visionarios de Dios y la teología es la zeoría contemplación espiritual. “Porque existe el conocimiento de Dios y la gnosis de los
dogmas sobre Dios, es decir, la zeoría,
la cual llamamos teología...”, (20. San
Gregorio Palamás, Ε.Π.Ε. tomo 2º pág.182). Aquel que sin tener gnosis y experiencia de los temas de la fe enseña
sobre estos, “aquel que se sostiene en sus propios loyismí y quiere demostrar con la lógica humana el bien, que
está más allá de cada lógica, es evidente
que baja al último escalón de la idiotez y la locura...”, (21. San Gregorio Palamás, Ε.Π.Ε. tomo
1 pag 422). Existen aún casos sobre hombres que, sin tener obras, es decir,
sin haber sufrido y pasado por la
catarsis hayan encontrado y escuchado hombres santos pero después “meditando, intelectualizando y pensando
por sí mismos” rechazan a la vez al mismo santo y por el enaltecimiento e inflamiento de su mente,
intelecto y su nus se engañan. (22 idem antes)
Todo esto
nos indica que la teología es principalmente fruto de la terapia del hombre y
no una ciencia intelectual. Sólo el
que ha hecho la catarsis, el purificado o el que por lo menos está en un estado de catarsis puede
mistagoyizarse (iniciarse, instruirse místicamente) en los inefables misterios y en las grandes
verdades, recibir la Apocalipsis-revelación y a continuación transferirlas al laós-pueblo. Para la
teología es indispensable la terapia y a continuación sanar a otros.
Por eso en la Tradición Patrística Ortodoxa el teólogo
se conecta y se identifica
con el padre espiritual que es
por excelencia el teólogo, es decir, aquel que padece y experimenta las realidades divinas y así puede conducir
inconfundiblemente sus discípulos espirituales.
El padre
Ioanis Romanidis escribe característicamente: “El teólogo ortodoxo por excelencia es el conocedor directamente de
algunas de las energías (increadas) de Dios por el centelleo, lucimiento o más a ellas por la expectación,
avistamiento, o conoce indirectamente las energías
(increadas) de Dios mediante los profetas, apóstoles y los santos, o mediante
la Santa Escritura, los textos de los Santos Padres y las decisiones y cánones de los Sínodos
Ecuménicos y Locales. Teólogo
es aquel que por la directa e indirecta gnosis (conocimiento increado) y zeoría conoce
claramente sin duda a discernir entre energías increadas) de Dios y energías
creadas de las creaciones y
particularmente de las acciones del diablo y de los demonios. Sin el carisma
del discernimiento de espíritus no
puede uno probar los espíritus y ver qué energía y operación es del Espíritu Santo o del diablo y los demonios.
Entonces
teólogo y padre espiritual es la misma cosa. El meditador mental e intelectual en su búsqueda de comprensión de los
dogmas de la fe, poniendo como principio su diania (mente, intelecto, cerebro) y su nus,
como el prototipo de la tradición Francolatina es claro que no sólo no es padre espiritual ni si
quiera se puede llamar teólogo. La teología no es una ciencia abstracta o práctica como en la lógica,
las matemáticas, la astronomía o química etc., sino todo lo contrario, tiene un carácter polémico como en la estrategia
bélica y en la medicina; la primera se
ocupa de la defensa y el ataque contra los enemigos por el perfeccionamiento
somático y estratégico en la
utilización de las armas, fortificaciones y planes defensivos y atacantes. La segunda con la guerra contra las
enfermedades psíquicas y somáticas por la salud y los medios de la apocatástasis (restablecimiento) de la salud.
El teólogo
que ignora los métodos del enemigo y el perfeccionamiento continuo en Cristo no puede luchar sólo él mismo contra el
enemigo para su perfeccionamiento y tampoco está en situación de conducir y sanar a otros. Es como un general que
nunca practicó, ni luchó y nunca estudió
la estrategia bélica, sino que es el que se cuidó solamente en su bella y
gloriosa apariencia de los lujosos
uniformes en los banquetes, reuniones y eventos. Es como si apareciese el carnicero como quirurgo y que tenga
un sitio como médico sin conocer ni las causas de las enfermedades, ni la manera de sanarlas y tampoco el estado de
salud al que debe restablecer al enfermo”. (P. Romanidis,
Teología dogmática de la Ortodoxa
Iglesia Católica de Oriente, pág.85-86).
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