¿CÓMO ES EL RITO DEL MIÉRCOLES DE CENIZA EN LA IGLESIA ANGLICANA?
RITO MIÉRCOLES DE CENIZA
Este
día el Celebrante comienza la Liturgia con la Salutación y la Colecta del Día.:
Dios
todopoderoso y eterno, tú no aborreces nada de lo
que
has creado, y perdonas los pecados de todos los
penitentes:
Crea y forma en nosotros, corazones nuevos y
contritos,
para que, lamentando debidamente nuestros
pecados
y reconociendo nuestra miseria, obtengamos de
ti,
Dios de toda misericordia, perfecta remisión y perdón;
mediante
Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina
contigo
y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de
los
siglos. Amén.
Antiguo
Testamento Joel 2:1-2,12-17 ó Isaías 58:1-12
Salmo
103, ó 103:8-14
Epístola
2 Corintios 5:20b-6:10
Evangelio
San Mateo 6:1-6, 16-21
Después
del Sermón todos de pie, el Celebrante o Ministro señalado
invita
al pueblo a observar una santa Cuaresma diciendo:
Amado
Pueblo de Dios: Los primeros cristianos
observaron
con gran devoción los días de la pasión y
resurrección
de nuestro Señor, y se hizo costumbre en la
Iglesia
prepararse para ellos por medio de una estación de penitencia y ayuno. Esta
estación de Cuaresma
proporcionaba
la ocasión en que los catecúmenos eran
preparados
para el Santo Bautismo. Era la ocasión,
también,
en la que cuantos se habían separado del
cuerpo
de los fieles, a causa de pecados notorios, eran
reconciliados
mediante la penitencia y el perdón, y eran
restaurados
a la comunión de la Iglesia. De este modo, se
recordaba
a toda la congregación el mensaje de perdón y
absolución
proclamada en el Evangelio de nuestro
Salvador,
y la necesidad constante de todo cristiano de
renovar
su arrepentimiento y su fe.
Por
tanto, en nombre de la Iglesia, les invito a la
observancia
de una santa Cuaresma, mediante el examen
de
conciencia y el arrepentimiento; por la oración, el
ayuno
y la autonegación; y por la lectura y meditación de
la
santa Palabra de Dios. Y, para comenzar debidamente
nuestro
arrepentimiento, y como señal de nuestra
naturaleza
mortal, arrodillémonos ahora ante el Señor,
nuestro
hacedor y redentor.
Todos
de rodillas guardan un período de silencio.
Si
ha de imponer ceniza, el Celebrante dice la siguiente oración:
Dios
todopoderoso, tú nos has creado del polvo de la
tierra:
Concede que estas cenizas sean para nosotros una
señal
de nuestra mortalidad y penitencia, para que
recordemos
que es sólo mediante tu don bondadoso que
nos
es dada la vida eterna; por Jesucristo nuestro
Salvador.
Amén.
Se
hace la imposición con las siguientes palabras:
Recuerda
que eres polvo, y al polvo volverás.
Se canta o dice el siguiente Salmo:
Salmo 51 Miserere mei Deus
1
Ten misericordia de mí, oh Dios,
conforme
a tu bondad; *
conforme
a tu inmensa compasión borra mis rebeliones.
2
Lávame más y más de mi maldad, *
y
límpiame de mi pecado;
3
Porque reconozco mis rebeliones, *
y
mi pecado está siempre delante de mí.
4
Contra ti, contra ti sólo he pecado, *
y
he hecho lo malo delante de tus ojos.
5
Por tanto eres reconocido justo en tu sentencia, *
y
tenido por puro en tu juicio.
6
He aquí, he sido malo desde mi nacimiento, *
pecador
desde el vientre de mi madre;
7
Porque he aquí, amas la verdad más que la astucia o
el
saber oculto; *
por
tanto, enséñame sabiduría.
8
Límpiame de mi pecado, y seré puro; *
lávame,
y seré más blanco que la nieve.
9
Hazme oír canciones de gozo y alegría, *
y
se regocijará el cuerpo que has abatido.
10
Esconde tu rostro de mis pecados, *
y
borra todas mis maldades.
11
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, *
y
renueva un espíritu firme dentro de mí.
12
No me eches de tu presencia, *
y
no quites de mí tu santo Espíritu.
13
Dame otra vez el gozo de tu salvación;
y
que tu noble Espíritu me sustente.
14
Enseñaré a los rebeldes tus caminos, *
y
los pecadores se convertirán a ti.
15
Líbrame de la muerte, oh Dios, *
y
cantará mi lengua tu justicia,
oh
Dios mi Salvador.
16
Soberano mío, abre mis labios, *
y
mi boca proclamará tu alabanza;
17
Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; *
no
te complaces en holocausto.
18
El sacrificio que más te agrada es el espíritu quebrantado; *
al
corazón contrito y humillado no despreciarás tú,
oh
Dios.
Letanía Penitencial
El
Celebrante y el Pueblo de rodillas al unísono dicen:
Padre
santísimo y de toda misericordia:
Confesamos
a ti y los unos a los otros,
y
a toda la comunión de los santos
en
el cielo y en la tierra,
que
hemos pecado por nuestra propia culpa
por
pensamiento, palabra y obra;
por
lo que hemos hecho, y lo que hemos dejado de hacer.
El
Celebrante continúa:
No
te hemos amado con todo el corazón, con toda la
mente
y con toda la fuerza. No hemos amado a nuestro
prójimo
como a nosotros mismos. No hemos perdonado
a
los demás como tú nos has perdonado.
Ten
piedad de nosotros, .Señor.
Hemos
sido sordos a tu llamado a servir como Cristo nos
sirvió.
No hemos sido fieles a la mente de Cristo. Hemos
entristecido
a tu Espíritu Santo.
Ten
piedad de nosotros, Señor.
Te
confesamos, Señor, toda nuestra infidelidad pasada: el
orgullo,
la hipocresía y la impaciencia de nuestras vidas,
A
ti lo confesamos, Señor.
Nuestros
apetitos y hábitos egoístas y nuestra
explotación
de los demás,
A
ti lo confesamos, Señor.
Nuestro
enojo ante nuestras propias frustraciones, y
nuestra
envidia de aquéllos que son más afortunados que
nosotros,
A
ti lo confesamos, Señor.
Nuestro
afán desmedido por los bienes y comodidades de
este
mundo, y nuestra falta de honradez en la vida y
trabajos
diarios,
A
ti lo confesamos, Señor.
Nuestra
negligencia en la oración y en el culto, y nuestro
descuido
en dar testimonio de la fe que está en nosotros,
A
ti lo confesamos, Señor.
Acepta
nuestro arrepentimiento, Señor, por el mal que
hemos
hecho: por nuestra ceguera a la necesidad y al
dolor
humanos, y por nuestra indiferencia ante la
injusticia
y la crueldad,
Acepta
nuestro arrepentimiento, Señor.
Por
todos los juicios falsos, por la falta de caridad de
nuestros
pensamientos para con nuestro prójimo, y por
nuestros
prejuicios y menosprecio hacia aquéllos que
difieren
de nosotros,
Acepta nuestro arrepentimiento, Señor.
Por
el abuso y contaminación de tu creación, y por
nuestra
falta de preocupación por los que vienen después
de
nosotros,
Acepta
nuestro arrepentimiento, Señor.
Restáuranos,
buen Señor, y aparta tu ira de nosotros;
Escúchanos
con tu favor, porque grande es tu
misericordia.
Cumple
en nosotros la obra de tu salvación,
A
fin de que manifestemos tu gloria en el mundo.
Por
la cruz y pasión de tu Hijo nuestro Señor,
Llévanos
con todos tus santos al gozo de su resurrección.
El
Obispo si está presente o el Sacerdote de pie frente al pueblo
dice:
El
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que
no desea la muerte del pecador, sino que se convierta
de
sus maldades y viva, ha dado poder y mandamiento a
sus
ministros para declarar y pronunciar a su pueblo
arrepentido,
la absolución y remisión de sus pecados. El
perdona
y absuelve a todos los que verdaderamente se
arrepienten
y con sinceridad de corazón creen en su santo
Evangelio.
Por
tanto, roguémosle que nos conceda verdadero
arrepentimiento
y su Espíritu Santo, a fin de que las
obras
que hacemos este día le sean agradables, y que
nuestra
vida de aquí en adelante sea pura y santa, para
que
al fin lleguemos a su gozo eterno; por Jesucristo
nuestro
Señor. Amén.
Si
un diácono o un lector laico dirige la Liturgia permanece
arrodillado
y sustituye la oración anterior por la señalada en el
Oficio Matutino (página 42).
Se
intercambia la Paz.
En
ausencia de un obispo o un presbítero, todo lo anterior puede
ser
dirigido por un diácono o un lector laico.
La
Letanía de Penitencia puede usarse en otras ocasiones ,pudiendo
ser
precedida por una exhortación apropiada y un salmopenitencial.
Cuando
sigue la Comunión, la Liturgia continúa con el Ofertorio.
Prefacio de Cuaresma
Omnipotente
Dios, cuyo bendito Hijo fue llevado por el
Espíritu
para ser tentado por Satanás: Apresúrate a
socorrer a
los que somos atacados por múltiples
tentaciones;
y así como tú conoces las flaquezas de cada
uno de
nosotros, haz que cada uno te halle poderoso
para
salvar; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que
vive y
reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios,
ahora y por
siempre. Amén.
Fuente: Libro de Oración Común pág. 182-188, 132
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