La Virgen y los santos en el anglicanismo. Por el Canónigo Juan M.C. Oliver, PhD, Guardian del Libro de Oración Común.

 




La Virgen y los santos en el anglicanismo. Por el Canónigo Juan M.C. Oliver, PhD, Guardian del Libro de Oración Común.

A menudo, en conversaciones entre clérigos anglicanos latinoamericanos, surge la cuestión de la veneración a los santos y a la Virgen Maria, no solo en su acepción como la Virgen de Guadalupe, sino en todas sus manifestaciones y tradiciones en Latinoamérica.  Casi siempre la cuestión nos divide en dos extremos: SI y NO.  Sin embargo, antes de correr a nuestras propias esquinas del ring para empezar el boxeo, quizás podamos analizar la cuestión más detalladamente, ya que nos provee un punto de partida para conversar más generalmente después sobre la relación entre la liturgia y teología anglicanas y la religiosidad de nuestras hermanas y hermanos latinoamericanos.

Introducción. Este ensayo sólo pretende presentar algunos puntos de partida sobre la veneración a la Virgen María y los santos en el contexto anglicano latinoamericano. En esta primera parte, presentó dos aspectos históricos del desarrollo de la teología anglicana:  El iconoclasmo de los reformadores anglicanos del siglo XVI y el tradicional énfasis teológico inglés en el misterio de la encarnación. Procedo entonces a presentar la teología del icono y su veneración elaborada por San Juan Damasceno en el siglo VIII.  Dejo a un lado tales aberraciones como la “Maria corredentora”, y la “Maria mas grande que Dios”.  De aquí parto a distinguir entre veneración y adoración del icono, y a esbozar una visión del uso ortodoxo y apropiado de de los iconos, entre ellos iconos de la Virgen. Resumo entonces algunos abusos mariológicos comunes en Latinoamérica, cuestionando que necesariamente impidan su buen uso dentro de la tradición anglicana.  Esta  primera parte termina con la dimensión pastoral y la responsabilidad de pastores y pastoras de cuidar de las ovejas del Señor, y la necesidad de una educación cristiana y catequética del uso apropiado de los iconos en nuestras iglesias.

En la segunda parte  (el próximo artículo) presentaré algunas inquietudes sobre el por que del marianismo latinoamericano.  Comenzando con los abusos devocionales de la religión del pueblo, comparo las características de la Virgen Maria en la imaginación popular con las características de Dios Padre,  en la misma. Encuentro una serie de divergencias o dicotomías que polarizan el aspecto “masculino” de Dios contra el “femenino” y resumo lo que llamo la crítica mariana del Padre: María como encarnación de los aspectos de Dios reprimidos por la tradición patriarcal de la Iglesia.  Esto me lleva a cuestionar o al menos señalar ciertos aspectos patriarcales del liderazgo eclesial y apuntar hacia  la esperanza de la Iglesia: un liderazgo femenino mucho más abundante, fuerte, y autoritativo de lo que al presente tenemos en el anglicanismo latinoamericano.

Primera parte

La teología y liturgia de las iglesias Anglicanas no se puede entender sin referirse a las razones históricas que dieron lugar a la reforma protestante, entre ellas la veneración romana de los santos y sus reliquias, lo cual en la edad media, había tomado una preeminencia en la vida piadosa del pueblo, quizás como resultado de la minimización de su participación plena en la Santa Eucaristía (era muy raro comulgar entre los laicos seglares).  Los reformadores –especialmente los más influenciados por Calvino– hicieron estragos del caudal artístico que yacía en las iglesias, derribando estatuas, quemando cuadros y destruyendo altares.  Algunos pintores holandeses, documentaron el resultado.

Este vacío pronto se llenó de bancas (.que no existieron ante entonces) para poder escuchar cómodamente la Palabra e los interminables sermones de los reformadores.

No fue en la reforma que este iconoclasmo tomó lugar por primera vez. Mucho antes, en los siglos VIII y XIX, la Iglesia en oriente se había visto acosada por el iconoclasmo, primero entre  el 726 y 787 y una vez más casi una centuria más tarde, entre el 814 and 842.  Comenzó con la destrucción de iconos (de ahí viene la palabra) a raíz de los edictos del emperador bizantino León III en el primer periodo. San Juan Damasceno en su importante tratado, “En Defensa de los Santos Iconos” lleva a cabo una genial defensa de los mismos en esa  joya de la teología Ortodoxa, especialmente en cuanto atañe a los aspectos simbólicos, litúrgicos y sacramentales de la vida cristiana.

Brevemente resumido, el argumento de Juan Damasceno es que si Dios tomó verdadero cuerpo humano en Cristo, Dios es reproducible (como Jesucristo) de forma visual.  Esto significa para la tradición Ortodoxa, que la Santísima Trinidad no puede ser representada de manera visual –y por tanto los iconos que la representan son alegóricos: Por ejemplo, los tres ángeles que visitan a Abrahan y Sara. La virgen, los santos y santas, obviamente también son representables de manera visual, pues existieron como cuerpos humanos visibles.

Otro aspecto de teología del icono del Damasceno es la diferencia entre latría y dulía.  Latría en griego significa adoración. Dulia significa veneración. No son lo mismo. Propiamente dicho lo único que los cristianos podemos adorar es a Dios. Solamente.  Toda otra adoración es idolatría.

Sin embargo, podemos venerar (considerar con respeto) la memoria de los santos y su testimonio, comenzando con Santa María Virgen. Madre de Dios (ya que su hijo, Jesús es Dios; pero no queriendo hacerla Madre del Padre, la primera persona de la Trinidad.)

La encarnación en la teología anglicana. Aunque la encarnación de la Palabra en Jesús de Nazaret es una doctrina esencial de todos los cristianos, su importancia ha influido mucho la teología anglicana. La encarnación muestra que Dios se revela en “lo cotidiano” –o en nuestra vida diaria, a través de lo físico, nuestras relaciones y de hecho, toda la creación, y no solo en Jesús y la biblia.  La creación misma es como una ventana hacia su creador.

También se refiere por supuesto a la revelación completa de Dios en un hombre concreto  –un rabino judío itinerante de Galilea llamado Jesús de Nazaret.  El,  la Palabra,  aceptar nuestra naturaleza humana  y la purificó, asumiendo y llevándola consigo al Padre y el Espíritu en su ascensión.

A principios del siglo XIX los teólogos anglicanos del Movimiento de Oxford recuperaron la teología encarnacional de nuestra herencia patrística y la dejaron florecer, no sólo en la liturgia, incluyendo en ella iconos, estatuas, etc., tanto como ornamentos, “campanas y olores (incienso)”.  Más importante aún, establecieron la relación entre nuestra liturgia y la justicia social para con las personas pobres, abusadas u oprimidas. No podemos creer en la encarnación de Dios si el hambre de cuerpos desnutridos no nos importa.

El significado anglicano de Maria de Nazaret. A diferencia de la Iglesia Católica Romana (y en cierto sentido de la Ortodoxa) las Iglesias Anglicanas no tienen ninguna declaración doctrinal sobre la Virgen Maria. Sólo la llamamos “Santa María, virgen”.  Nuestra mariología es sencillísima: María fue santa y virgen. Fue “Madre de Dios” solo en el sentido de que fue Madre de Cristo, que es Dios.  Esta advocación la compartimos con la Iglesias Ortodoxa y la Católica Romana.  Pero no creemos, necesariamente, en su Inmaculada Concepción, ni en su virginidad perpetua (después del parto), ni su Asunción. Ya que tuvo cuerpo físico, es, según los criterios de San Juan Damasceno, representable de manera visual. Los anglicanos también rechazamos la doctrina romana que considera a María como mediatriz entre Dios y los humanos ya sea con Cristo o aún sin El. Tales exageraciones quizás inspiradas por nociones de Cristo y Dios como realidades inaccesibles, habían sido criticadas también por algunos teólogos Católicos Romanos aun antes de la reforma.

El uso adecuado de los iconos. En la teología anglicana los santos y santas, incluyendo a Maria, se veneran, pero no se adoran. El uso adecuado de iconos –ya sean cuadros o estatuas– es como una ayuda a nuestra memoria.  Algunas personas se acercan a los santos pidiéndoles que intercedan con Dios para obtenerlos alguna gracia o favor. Esto cabe dentro de una teología anglicana que cree en la vida eterna de los fallecidos. Pero La Virgen y los santos no actúan por su cuenta. Solo pueden interceder por nosotros ante Dios.

El uso apropiado de los iconos de los santos y santas me lo explicó una señora indígena analfabeta en Guatemala hace varios años: Cansados y con calor, mi estudiante de liturgia y yo entramos a la iglesia Católica Romana de Santiago Atitlán y nos sentamos en la última banca, a descansar al fresco de sus gruesos muros.  Un grupo de señoras estaban rezando el rosario muy devotamente, de rodillas muy cerquita del sagrario.

Una señora ya entrada en años, muy pequeña y débil pasó por nuestro lado derecho y se dirigió a una estatua de la virgen en la pared lateral. Sacó de su rebozo unas velas de diferentes colores, y las prendió, colocándolas cuidadosamente al borde de la estatua. Entonces, sacando una moneda, se la puso con determinación delante a la Virgen y comenzó a orar:

“Bendita Santísima Virgen Maria, Madre de Dios, que eres Madre y nos comprendes a las madres, pídele a tu Hijo todopoderoso que me le consiga una chamba a mi hijo que está en Los Ángeles sin trabajo….”  y continuó por largo tiempo, explicándole a la estatua la necesidad de su hijo, muchacho bueno y trabajador, y por que merecía este favor. Al terminar, salió de la iglesia y yo, que siempre soy un poco entrometido, me le fui detrás y le pregunté:

“Disculpe, Señora, pero no pude evitar oír que su Hijo no tiene trabajo” “Así es, y si Dios no hace nada va a pasarla muy mal y yo peor.” “Pero explíqueme, la Virgen María esta dentro de la estatua? “Ay nooo, Señor, la Virgen está en el cielo!” me dijo con cierto asombro ante mi estupidez. “Entonces usted le puede hablar desde su casa no? “ “Pues siiii…” “Entonces, por qué venir ante la estatua en la iglesia?” “Pues porque es mas fácil y mas lindo!” me explico con una sonrisa pícara y sabia.

A veces la buena teología viene de abuelas analfabetas indígenas católicas romanas.

Contrarrestar abusos marianos.  El clero anglicano latinoamericano en general tenemos cierta sospecha del uso de iconos para la veneración de la Virgen y los santos debido, con razón, a los abusos romanos que en parte condujeron a la reforma protestante y que aún se encuentran en algunos individuos —pues no podemos pintar toda nuestra cultura popular con la misma brocha.

Estos abusos generalmente consisten de entronar a la Virgen como alguien superior a Dios ya sea como mediatriz junto a Cristo (el único mediador) o como una “diosa” superior o paralela a Dios. También es un error, considerarla co-redentora del mundo. A estos abusos les acompaña la habilidad de llevar a cabo milagros y favores por su cuenta, sin interceder ante Dios.

El abuso no quita el buen uso. Sin embargo cabe considerar el antiguo dicho: “El abuso de algo bueno no quita su buen uso”. Dentro de la tradición anglicana plena, no podemos rechazar el uso correcto de representaciones de la Virgen y los santos pues forma parte de nuestra historia e identidad, la cual no se limita a nuestros primeros siglos (bastante Calvinistas, por cierto) sino que incluye toda nuestra historia hasta hoy, incluso el Movimiento de Oxford y la liturgia anglo católica.

El hecho de que algo se use mal no le quita lo bueno. Lo que tenemos que hacer es usarlo bien.  Y esto nos lleva a la responsabilidad pastoral de nuestros obispos, obispas y sacerdotes de ambos géneros, quienes hemos aceptado, en nuestras ordenaciones, la responsabilidad de cuidar del pueblo incluyendo la enseñanza de la buena doctrina, — en este caso el uso anglicano de las representaciones visuales de la Virgen y los santos que definitivamente son aceptables en la iglesias anglicanas

En resumen  Comenzando con el iconoclasmo de los reformadores protestantes y el anterior en los siglos VIII y XIX  pasamos a estudiar la teología del icono basada en la encarnación de la Palabra,  establecida por San Juan Damasceno y vigente hasta hoy tanto en oriente como occidente. De ahí pasamos a considerar el énfasis teológico inglés en el misterio de la encarnación. Dejando a un lado tales aberraciones como la “María corredentora”, y la “María mas grande que Dios” seguimos a distinguir entre veneración y adoración del icono, y a esbozar una visión del uso ortodoxo y apropiado de representaciones de la Virgen y los santos. Cuestionamos entonces que el mal uso estas representaciones impidan o prohíban su buen uso según la tradición anglicana, y terminamos con la dimensión pastoral y nuestra responsabilidad de cuidar de las ovejas del Señor entre otras cosas instruyéndolas en el buen uso de estas representaciones.

En en el próximo artículo estudiaremos las características de la Virgen en la imaginación popular y las compararemos con las características de Dios Padre y de Cristo en la imaginación del pueblo, pasando a ver como nuestro propio liderazgo masculino es a veces una ilustración del dilema en la mente popular.

Fuente: https://jmcoliver.wordpress.com/2020/06/28/la-virgen-y-los-santos-en-el-anglicanismo/ 


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