Una oración para la noche. Salmo 143. lunes 17 de febrero de 2025
Salmo 143
Antífona: Muéstrame, oh Señor, el camino por el que debo andar.
1Escucha, oh Señor, mi oración, y escucha según tu fidelidad mis súplicas; ♦ respóndeme según tu justicia.
2No entres en juicio con tu siervo, ♦ porque delante de ti no será justificado ningún viviente.
3Porque el enemigo me ha perseguido, aplastando mi vida contra el suelo, ♦ haciéndome sentar en tinieblas como los que ya han muerto hace mucho tiempo.
4Mi espíritu desfallece dentro de mí; ♦ mi corazón está desolado dentro de mí .
5Recuerdo el tiempo pasado, Medité sobre todas tus obras; Consideré las obras de tus manos.
6Extiendo hacia ti mis manos; ♦ mi alma te anhela como la tierra sedienta.
7Oh Señor, date prisa en responderme, porque mi espíritu me desmaya; ♦ no escondas de mí tu rostro, para que no sea yo como los que descienden a la sepultura.
8Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; ♦ Muéstrame el camino por el que debo andar, porque a ti elevo mi alma.
9Líbrame, oh Señor, de mis enemigos, ♦ porque a ti recurro para refugiarme.
10Enséñame a hacer lo que te agrada, porque tú eres mi Dios; ♦ que tu espíritu bondadoso me guíe por un camino llano.
11Por amor de tu nombre, oh Señor, vivifícame; ♦ por amor de tu justicia, sácame de la angustia.
12Por tu fidelidad, mata a mis enemigos, y destruye a todos los adversarios de mi alma, ♦ porque verdaderamente soy tu siervo.
Antífona: Muéstrame, oh Señor, el camino por el que debo andar.
Jesús, compañero nuestro, cuando nos sentimos arrastrados a la desesperación, ayúdanos, a través de los amigos y de los desconocidos que encontremos en nuestro camino, a conocerte como nuestro refugio, nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.
Gloria al Padre, y al Hijo , y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Dios, de quien proceden todos los buenos deseos, buenos intentos, y buenas obras; da a tus siervos la paz que el mundo no puede dar; de modo que nuestros corazones se inclinen á obedecer tus mandamientos, y que siendo librados por tí del temor de nuestros enemigos, pasemos nuestra vida en reposo y tranquilidad; por los merecimientos de Jesús Cristo, nuestro Señor. Amen.
Comentarios
Publicar un comentario