¿Cuál fue la Bendición o Acción de Gracias que Jesús pronunció en la Cena Pascual?





INFLUJO DEL CULTO JUDÍO EN LA
FORMULACIÓN DE LAS PALABRAS DE LA CENA

El uso litúrgico de los relatos de la institución en la celebración eucarística ejerció múltiples influjos tanto en la composición del contexto como en la formulación de las palabras de la institución.



a) La plegaria antes y después de la comida.

Todos los relatos de la cena coinciden en describir detalladamente la acción de Jesús sobre el pan con tres verbos («tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió»). Estos verbos, según la literatura rabínica, son términos técnicos de la oración de la mesa antes de la comida. En la cena pascual esta plegaria se pronunciaba al comienzo de la comida principal (que seguía al primer plato, como primera parte de la liturgia pascual).  El padre de familia, que estaba recostado, se incorpora y, sentado, toma una torta de pan ázimo (elaben arton: Pablo; labon arton: Mc/Mt/Lc)  y pronuncia sobre él «por todos» (es decir, en nombre de todos) la bendición (eulogesas Mc/Mt; eucharistesas Pablo/Lc). La fórmula dice así: «Bendito seas tú, Señor, Dios nuestro, rey del mundo, que haces brotar el pan de la tierra». Pero es muy probable que Jesús diera una forma personal a esta fórmula de bendición usada a diario. Los comensales responden a la bendición con un amén.

Una vez pronunciado el amén, el padre de familia parte para cada uno de los comensales un trozo de torta del tamaño, al menos, de una aceituna (eklasen Pablo/Mc/Mt/Lc) y se lo da (edoken autois Mc/Lc; dous tois mathetais Mt); el trozo va pasando de mano en mano hasta que lo reciben los que están más lejos; finalmente, el padre de familia parte el pan para sí mismo, lo come, y así da a los comensales la señal para que coman también cada uno su trozo. La distribución, que normalmente se hacía en silencio, es el momento en que Jesús pronuncia las palabras explicativas.

Las palabras que introducen la fórmula explicativa del vino (1 Cor 11,25a; Mc 14,23a; Mt 26,27a; Lc 22,20a) describen el rito de la acción de gracias después de la comida (meta to deipnésai Pablo/Lc) tal como se hacía cuando se bebía vino. El padre de familia vuelve a incorporarse y, después de recibir de manos del sirviente una copa de vino mezclado con agua pronuncia, sentado, la bendición exhortativa (conservada aún en nuestras liturgias eucarísticas): «Bendigamos al Señor, nuestro Dios. Suyo es lo que hemos gustado»; los comensales responden: «Bendito sea Dios por el alimento que hemos comido». Luego, el padre de familia toma la copa de bendición (1 Cor 10,16) con la mano derecha y manteniéndola a un palmo de altura sobre la mesa (labon), pronuncia, mirando a la copa, «por todos» (es decir, en nombre de todos) la oración de la mesa, que en tiempo de Jesús estaba concebida probablemente en estos términos:

1. «Bendito seas, Señor, Dios nuestro, rey del universo, que sustentas al mundo entero con tu bondad, tu gracia y tu misericordia.

2. Te damos gracias, Señor, Dios nuestro, porque nos has dado en posesión una tierra buena y extensa.

3. Ten misericordia, Señor, Dios nuestro, de Israel, tu pueblo, de Jerusalén, tu ciudad, de Sión, morada de tu gloria, de tu altar y de tu templo. Bendito seas tú, Señor, que edificas Jerusalén».

Los comensales hacen suya la oración respondiendo amén. A continuación, Jesús entregó la copa -evidentemente, sin haber bebido, contra lo que era costumbre -para que circulara, y pronunció la fórmula explicativa sobre el vino.

b) Formación de un lenguaje litúrgico cristiano.

Los siguientes textos bíblicos demuestran que todos los relatos de la institución tienen presente el rito que acabamos de describir. Sin embargo, las formulaciones difieren entre sí en pequeños detalles característicos.

Un análisis detallado de las variantes revela a cada paso el influjo de la praxis litúrgica. En Pablo tienen un tono solemne las palabras introductorias:

1ª Corintios 11, 23-25: 23 Porque yo recibí del Señor lo mismo que os he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que es para vosotros; haced esto en memoria de mí. 25 De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto cuantas veces la bebáis en memoria de mí.

«El Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, cogió un pan, dio gracias, lo partió y dijo...» (1 Cor 11, 23s). Solemne es el mismo comienzo de la frase, ho kyrios lesoüs; la expresión no pertenece al estilo narrativo y falta por eso en los cuatro evangelios. Es más bien una fórmula litúrgica de profesión de fe (1ª Cor 12,3; Rom 10,9); colocada al principio como casos pendientes, casi equivale aquí a una proclamación. También es solemne lo que sigue: en té nykti hé paredidoto; no se trata de un simple dato cronológico, sino que paradidosthai, empleado en sentido absoluto, expresa una acción divina; la voz pasiva es, pues, lo mismo que en Rm 4,25, una perífrasis del nombre de Dios (en castellano: la noche en que Dios lo entregó) y no es posible ignorar la resonancia de Is 53. La descripción siguiente, que expone con detalle el rito de la bendición de la mesa con los tres verbos elaben arton kai eucharistesas eklasen presenta el sello inconfundible de una rúbrica litúrgica. En el verbo eucharistein (empleado en vez de eulogein, que sería el apropiado para la oración de antes de la comida) aparece por primera vez en el NT la grecización a que la cena delSeñor debe el nombre de eucaristía. La lacónica expresión hosautoskai to poterion con que Pablo introduce la fórmula sobre la copa tiene el aspecto de una instrucción para el celebrante; el artículo que precede a poterion (llamativo a causa de la asimetría con arton, que no lleva artículo, en el v. 23) hace pensar en la copa, ritual de bendición (1 Cor 10,16).

Lc 22,19-20: 19 Y habiendo tomado pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros.

En la introducción a la fórmula sobre la copa, Lucas presenta afinidades con el relato de Pablo; en la introducción a la fórmula sobre el pan, con las redacciones de Marcos y Pablo. Tales afinidades, que alcanzan hasta pequeños detalles, muestran que el lenguaje litúrgico está en época de fijación. En la fórmula sobre el pan, Lucas (22,19a), igual que Pablo, emplea eucharistesas en vez de eulogesas; el mismo verbo aparece en Lc 22,17: esto se debe al influjo del lenguaje cultual cristiano, que adoptó enseguida la grecización que aparece por primera vez en Pablo. Las variantes de las cuatro introducciones que acabamos de estudiar no parecen ser correcciones literarias de los cuatro autores, sino más bien un reflejo de la evolución litúrgica.

Marcos 14:22-24: 22 Y mientras comían, tomó pan, y habiéndolo bendecido lo partió, se lo dio a ellos, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Y tomando una copa, después de dar gracias, se la dio a ellos, y todos bebieron de ella. 24 Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos. 25 En verdad os digo: Ya no beberé más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios.

En Marcos, el texto empieza con un genitivo absoluto (kai esthionton autón: «mientras comían», Me 14,22) que está en concurrencia con Mc 14,18 y parece secundario. Este comienzo delata una sutura e incorpora el relato litúrgico al contexto narrativo de la pasión; es, por tanto, redaccional. Marcos describe la acción de Jesús con los mismos verbos que Pablo; conserva, sin embargo, la formulación más antigua eulogesas y añade un cuarto verbo, kai edoken autois, que corrobora la impresión de que se trata de una rúbrica litúrgica. La introducción a la fórmula sobre la copa (a diferencia de lo que ocurre en Pablo/Lc) es detallada y presenta un lenguaje litúrgico solemne empleando cinco verbos (kai labon... autois); el eco de la introducción a la fórmula sobre el pan es evidente y constituye un ejemplo de la tendencia al paralelismo, tan característica de la evolución de los relatos sobre la institución.

Mt 26,26-29: 26 Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella; 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

La versión de Mateo sigue de cerca a la de Marcos. Sin embargo, la adición de ho lesoüs y tois mathetais (Mt 26,26) da a la introducción el carácter de un comienzo nuevo y acentúa más el estilo litúrgico de todo el conjunto. Al unir labon («tomando») y eulogesas («pronunciando la bendición») mediante un kai («y») y al emplear dous («dando») en vez de edoken («dio»), el acento recae totalmente sobre la fracción del pan: la klasis toü artou pasa a ser la acción esencial del primer acto.

Una comparación detallada de las fórmulas interpretativas de Jesús descubrirá también múltiples influjos del uso litúrgico. Dicho influjo se manifiesta en la inclusión del mandato de repetir la acción de Jesús, que en Pablo aparece dos veces, en el uso del imperativo (phagete, píete: «comed», «bebed») y en el cambio de la tercera persona (polloi: «muchos») en segunda plural (hymeis: «vosotros»), que transforma la declaración en una fórmula sacramentaría; tal influjo aparece también en las explicaciones, complementos y referencias a palabras de la Escritura. Además, en un texto destinado al uso litúrgico tuvo que resultar particularmente necesaria la ausencia de semitismos, que serían extraños y, en parte, incomprensibles para los cristianos procedentes del paganismo, así como la preocupación de evitar interpretaciones erróneas. Sin embargo, no hemos mencionado todavía el influjo más duradero del uso litúrgico sobre el relato de la institución: la tendencia a establecer un paralelismo entre las fórmulas sobre el pan y sobre el vino. También en época posterior se impuso con fuerza esta tendencia, como pone de manifiesto la historia de las liturgias eucarísticas.

Fuente: adaptada a esta publicación. 
La Última Cena: Palabras De Jesús. Joachim Jeremías


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