La Pasión de Jesús según el Evangelio de Lucas 22,14-23,56

Al igual que Marcos y Mateo, Lucas consagra a la pasión de Jesús un largo relato, abriéndolo como ellos por los dos actos que le dan sentido: la reunión de las autoridades judías que deciden matar a Jesús (se trata del rechazo de Cristo por su pueblo), y la última cena, en la que Jesús ofrece su vida por la alianza (que equivale a la constitución del nuevo pueblo de Dios). Los tres sinópticos están de acuerdo en la presentación de los episodios siguientes y en su orden, y Juan se les une a partir de la detención de Jesús. A continuación, los cuatro presentan la misma serie de escenas hasta la de la tumba abierta en la mañana de pascua. Esta construcción uniforme debe tener su origen probablemente en una antigua tradición formada ya en los primeros tiempos.

Sin embargo, cada uno de los evangelistas posee en este relato su propia originalidad, conseguida gracias a sus propios datos y a su trabajo redaccional; lo mismo sucede con Lucas. Su relato presenta tal número de elementos propios y un pensamiento tan característico, que muchos críticos han pensado que en este punto Lucas abandonaba el relato de Marcos para seguir otra fuente continua durante todo el relato de la pasión. Sin embargo, esta solución es difícil de defender sólidamente. En efecto, aunque es cierto que Lucas dispone de numerosos materiales originales, no es tan seguro que estos elementos sean homogéneos y que provengan de una fuente única; por otro lado, es evidente que Lucas continúa utilizando a Marcos. De todas maneras, lo que sí se debe decir es que Lucas ha transformado profundamente los datos que se le ofrecían, introduciendo en su texto una comprensión muy personal del misterio.

1. La última cena (22, 14-38)

Los tres Sinópticos nos cuentan al principio de la pasión la última cena en la que Jesús expresa el sentido que da a su muerte en el gesto profético de la ofrenda del pan y del vino
Aunque todos nos cuenten el mismo hecho el relato de Lucas es muy diferente de sus paralelos:

• Por su formulación del gesto eucarístico, que es más parecido a la de Pablo (1 Cor 11,23-25) contrariamente a lo hecho por Marcos y Mateo,

• Por la presentación de este gesto (v 19-20) antes del anuncio de la traición de Judas (v 21-23), contrariamente a lo que sucede en Marcos y Mateo,

• Por la acumulación de numerosos elementos sobre la última pascua (v 15-18) la lección del servicio de Jesús (v 24-27), una promesa a los doce (v 28-30) advertencias a Pedro y a los discípulos sobre las pruebas que se avecinan (v 31-34,35-38) El v 18 de Lucas se encuentra en otro lugar en Mc 14, 25 Y Mt 26,29 Igualmente, otros versículos se sitúan en diferentes contextos los v 24-27
en Mc 10 42-52 Y Mt 20,25-28, los v 28 y 30 en Mt 19, 28, los v 33-34 en Mc 14, 29-30 YMt 26, 33-34 Bastantes, sin embargo, son propios de Lucas los v 15-17,29,31,32,35,38.

Estos hechos plantean el problema de las fuentes de Lucas, como ya dijimos anteriormente Debemos señalar por otro lado, un hecho particular La fórmula eucarística (v 19-20) es muy semejante a la de Pablo en 1 Cor 11, 23-25, aunque parece que Lucas la haya recogido más bien de la práctica de las Iglesias paulinas que de una tradición textual (Ignoramos, sin embargo, SI conoció 1Cor).

De todas maneras, su texto, en su forma actual, constituye una unidad literaria un discurso de despedida, un testamento de Jesús, preludio de los discursos de después de la cena en Jn 13-17 En el encontramos lo que Jesús piensa sobre su muerte, e Igualmente las advertencias y enseñanzas que saca para «los apóstoles» (v 14), es decir, para toda la Iglesia posterior.

Según Mc y Mt, la preparación de la pascua se realiza por la iniciativa de los discípulos, según Lucas, es Jesús quien la toma (22, 8) Pero Lucas es el único que presenta explícitamente la ultima cena como una comida pascual (v 15-18), señalando de esta forma la intención de Jesús ha deseado comer esta pascua antes de morir (v 15), será su última pascua, hasta que este rito profético "se cumpla» en el reino de DIOS Los v 17-18 repiten paralelamente el mismo anuncio a propósito de la copa pascual 35 Todo esto quiere decir que el no pascual de la antigua alianza era un «tipo», un anuncio del festín que será la
Vida del pueblo de DIOS en el tiempo de la salvación, según la Imagen bíblica (Is 25, 6) que Jesús ha utilizado vanas veces (Lc 13, 28-29, 14, 15-24 Y Mc-Mt 22, 30) Para Jesús, este no toca a su fin, ya que va a instituir otro para sus discípulos.

La fórmula eucarística de Lucas (v 19-20) se separa de la de Marcos y Mateo, acercándose a la de Pablo Las palabras sobre el pan precisan dos puntos (v 19) el cuerpo de Cristo es dado «por vosotros» lo que presta aparentemente a su muerte el aspecto de un sacrificio (eventualmente, de un martirio), los discípulos deberán repetir este gesto «en memoria mía», después de los v 15-18 sobre la antigua pascua, que era el memorial del sacrificio en el que Israel habla encontrado la libertad (Ex 12, 14, Sal 111, 4, cf Dt 16,13), este mandamiento de Jesús Instaura una pascua nueva, que deberá celebrarse en memoria de su muerte sacrificial, liberadora para el pueblo de DIOS Las palabras sobre la copa (v 20) anuncian la nueva alianza (cf Jr 31, 31) que constituye el nuevo pueblo de DIOS Esta alianza se realiza «en la sangre» de
Jesús, lo cual da a su muerte el aspecto de un sacrificio de alianza comparable al del Sinaí (Ex 24, 3-8, evocados en Mc 14, 24 Y Mt 26, 28) Como el cuerpo de Cristo ha Sido «dado por vosotros», su sangre es «derramada por vosotros» Aquí, Lucas completa la fórmula de Pablo, volviendo a la de Marcos y Mateo, aunque se diferencia en un punto Mc-Mt hablan de la sangre derramada «por la muchedumbre», y piensan probablemente en la muerte expiatoria del servidor del Señor en Is 53, 12. Lucas dice «por vosotros». Ello no quiere decir que excluya la universalidad de la salvación obtenida por la muerte de Cristo, pero adapta este anuncio a quienes toman parte en la eucaristía, al mismo tiempo que deja de lado el aspecto expiatorio de la muerte de Jesús (la misma tendencia se encuentra en los v. 27 Y 37; cf. Hch 8, 32-33).

La lección de Jesús a los apóstoles, que discuten por saber quién obtendrá el primer puesto (v. 24-27), responde versículo por versículo al texto de Mc 10,42-45 Y Mt 20, 25-28. Sin embargo, es muy diferente en su formulación, sobre todo en su versículo 27 donde Mc 10,45 Y Mt 20,28 hacen alusión una vez más al oráculo del Señor (Is 53, 10-12). Los críticos intentan llegar hasta la forma «primitiva» del texto. De todas maneras, en este contexto donde Jesús se enfrenta con la muerte, Lucas define su función como la de un servidor, que se humilla voluntariamente, sin presentar por ello la idea de expiación. Su pensamiento está muy cerca de las ideas expresadas en el himno citado en Flp 2, 7-8.

La promesa de Jesús a los apóstoles (v. 28-30) ofrece un fuerte contraste con la anterior lección de humildad: como en Flp 2, 6-11, la exaltación sucede a la humillación. Ahora Jesús habla como heredero del reino; dispone de él 36; habla de «mi reino,,; promete a los apóstoles festejos y alegrías en él (22, 16.18), así como la participación en su poder real sobre todo el pueblo de Dios, ya que van a compartir sus sufrimientos (v. 28). Una vez más, Lucas nos dice que la pasión es el camino de la gloria (cf. 12, 49-50; 17, 25; 24, 26).

En los anuncios que siguen, nos encontramos todavía con algunos otros  aspectos que determinan la función de Jesús: ha orado ya para que la fe de Pedro no desfallezca (v. 32), lo cual muestra su función de intermediario ante el
Padre; va a ser «contado entre los criminales», según la fórmula de Is 53,12 (v. 37): una vez más, Lucas aplica a Jesús el oráculo del servidor, sin mencionar la continuación del texto en el que se habla de su función expiatoria (lo mismo hace en Hch 8, 32-33 = Is 53, 7-8). De esta forma, el relato de la última cena presenta diversas interpretaciones de la muerte de Jesús (hay varias «teologías», ya que ningún lenguaje puede expresar totalmente en una única imagen la plenitud del misterio) 37:

• Antes de que sus adversarios le maten, cuando todavía está libre, Jesús da su vida «por» los suyos. En el contexto bíblico, este acto tiene un aspecto sacrificial (el judaísmo podría darle sentido de martirio);

• El aspecto sacrificial de esta oblación se apoya en la evocación de los sacrificios de la pascua (carácter de la cena, institución de un «memorial») y de la alianza (palabras sobre la copa de vino). No se trata evidentemente más que de imágenes y de comparaciones. Pretenden, no tanto expresar el «mecanismo» de la salvación, cuanto los frutos de la muerte de Jesús: de ésta nacerá el pueblo de Dios liberado de una vez para siempre del mal (pascua), al fin pueblo fiel (la nueva alianza);

• Lucas señala menos que Pablo y Mt 26, 28, el carácter expiatorio y «ritual» de esta muerte, y, más que ellos, su aspecto «humano» de servicio y de humillación (v. 27.37). Evoca para ello el oráculo del servidor, pero sin señalar sus aspectos expiatorios, probablemente porque considera la muerte de Jesús más bien como la muerte de un profeta, como un testimonio (un «martirio»);

• Esta humillación voluntaria conduce a Jesús y a los suyos a la gloria del reino (v. 28-30), que es el cumplimiento de la pascua (v. 16) y de la alianza (v. 20)

 2. La oración en el monte de los olivos (22, 39-46)

Después de la esperanza, la paz y la majestad de la última cena, en la que Jesús revela el sentido sagrado de la copa de la salvación, su oración en el monte de los olivos muestra el aspecto doloroso que esta copa representa para él. Aquí se descubre toda la verdad de su humanidad, lo que le constituye en auténtico hermano nuestro, salvador nuestro desde lo más íntimo y profundo de nuestro sufrimiento.

Lucas saca de este relato una lección para los discípulos al enmarcarlo en dos exhortaciones a orar para no caer en la tentación (v. 40 y 46: el primer versículo es propio de Lucas, mientras que el segundo se convierte en la conclusión del relato). De esta forma, nos sugiere que Jesús nos ha dado ejemplo triunfando de la tentación por la oración; para mostrarnos la tentación, nos presenta frente a frente la voluntad del Padre y la del Hijo (v. 42).

En estos momentos de prueba, Jesús es auténticamente hombre. El Padre no responde a su oración más que con el envío de un ángel (v.3). Esto constituye una realidad de tipo maravilloso, sino que más bien representa la humillación; evoca el relato de Elías en el momento de su desesperación (1 Re 19, 7-8). En este combate «doloroso», Jesús se encuentra consternado hasta sudar sangre (v. 44). Pero, al final, de pie, se preocupa solamente de los suyos (v. 45) 40.

3. Jesús ante el sanedrín. (22, 66-23, 1)

El relato de Jesús ante el sanedrín ofrece una serie de contactos claros con los de Marcos (14, 55-64) Y de Mateo (26, 59-66): el sanedrín, la pregunta sobre los títulos de Cristo y de Hijo de Dios, el hijo del hombre a la derecha del poder:«¿qué necesidad tenemos ya de testigos?» ... Sin embargo, el texto de Lucas es al mismo tiempo muy diferente: Jesús es llevado ante el sanedrín por la mañana, y sólo una vez (en Mc Mt la sesión del sanedrín tiene lugar durante la noche, y a la mañana siguiente hay otra sesión); Lucas no habla ni de falsos testigos ni de las palabras de Jesús sobre la ruina del templo (aunque conoce estos datos de la tradición, como lo muestran el v.71 y Hch 6,14). Lucas centra la escena sobre todo en la misión de Jesús: distingue los títulos de «Cristo» (v. 67) y de «Hijo de Dios» (v. 70), que en Mc, Mt se encuentran unidos, y pasa de uno a otro con la misma progresión que en 1, 32 Y 1, 35. Aquí nos encontramos con un paralelo curioso con Jn 10, 24.36.

Una vez más, los autores discuten sobre las fuentes de Lucas. Nos parece probable que trabajó partiendo del evangelio de Marcos, presentando al mismo tiempo su propia interpretación del acontecimiento.

Desde el primer momento, la discusión se centra en la función que Jesús asume. Todo el sanedrín le pregunta: « ¿Eres el Cristo?» (v. 67); parece que el título se entiende en el sentido temporal y nacionalista de la época.

Jesús responde, pero aportando una serie de reservas señaladas únicamente por Lucas: es igual que responda o no, ya que de todas maneras no le van a creer (v. 68), y su mesianidad no puede ser comprendida más que en la fe; no puede responder más que preguntando, ya que la mesianidad es equívoca (cf. Jn 18,34) Y sabe que no le van a responder; algunos manuscritos de calidad añaden «y no me soltaréis»; Jesús no se hace ilusiones sobre el final del debate; va a la muerte.

Sin embargo, responde (v. 69). Las reservas que acaba de expresar indican que no tiene ninguna esperanza de ser acogido ni entendido: Pero no puede negar a las autoridades religiosas de su pueblo su testimonio sobre la misión que Dios le ha confiado. Morirá como los profetas, pero antes habrá dicho quién es. No utiliza en su respuesta el título de Cristo, excesivamente cargado de equívocos carnales. Se presenta como hijo del hombre, y anuncia su próxima entronización a la derecha de Dios. La fórmula utiliza los términos de Mc 14; 62 Y Mt 26, 64, pero su sentido es muy diferente. En Mc Mt, Jesús anuncia a los que ahora le juzgan que le verán cuando sean juzgados a Jesús anuncia su soberanía pascual: a partir de su próxima resurrección, estará sentado a la derecha de Dios como rey (d. 20, 42; Hch 2.34.36; 5, 31; 7, 53.56).
Los sanedritas se extrañan y protestan: «Luego ¿tú eres el Hijo de Dios?» (v. 40). En este contexto, este título está cargado de la trascendencia divina que expresaba la precedente afirmación. Pero el título de «Hijo de Dios» no puede tener este sentido más que para los judíos que lo consideran generalmente como un epíteto clásico de todo rey (2 Sm 7, 14; Sa12, 8). En nuestro texto, Lucas toma el término en la plenitud de su sentido cristiano, como en 1, 35; 3,22; 9, 35; 10, 22. Jesús acepta este título: le han entendido bien. Sabe que por ello va a morir. De hecho, los sanedritas consideran el debate terminado (v. 71). Llevan a Jesús a Pilato (23, 1), ya que sólo él puede pronunciar la sentencia de muerte.

De esta manera, Jesús morirá por haber proclamado su mensaje y afirmado su mesianidad original, divina. Su muerte acuñará su misión. Por ello es comparable a la de los profetas (cf. Lc 13,33; Hch 7, 52) Ya la de los mártires
(cf. el paralelo con la de Esteban en Hch 6,13; 7,56-60). Todas estas características son propias de Lucas 41.

4. Otros textos

Podemos citar, además, otra serie de textos que nos aclaran el misterio de la pasión de Jesús en la obra de Lucas:

• 23, 27-31: la misericordia humana de Jesús por Jerusalén que va a su pérdida al rechazarlo, y por las mujeres y los niños de esta ciudad (cf. 19,41-44);

• 23,24: su oración por los responsables de su muerte, con la excusa de su ignorancia (cf. Hch 3, 17 Y13, 27), un tanto diferente de Lc 19, 42. 44; de Jesús; más allá de todo triunfalismo carnal, se define por su poder de salvación;


• 23,46 (= Salmo 31, 6): su llamada filial al Padre, a quien Jesús dirige su última palabra terrestre, al igual que la primera (2, 49).

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