DE LAS CARTAS DEL HIGÚMENO JUAN
Juan
El higúmeno. (Iván Alekséievich Alekséiev) nació el 14 de febrero de 1873
en la provincia de Tver. Realizó el curso de la escuela parroquial.
Iván
Alekséiev ingresó en el monasterio de Valaam el 28 de mayo de 1901, y escribía
posteriormente en sus memorias: “Desde que estoy en el monasterio, nunca se me
ha pasado por la cabeza volver al mundo”.
Sirvió
dos años en San Petersburgo, en la capilla de Valaam, junto al muelle
Kaláshnikovskaia (en el paseo fluvial Sinópskaia).
El
padre Juan decía: “Esta agitada ciudad ejerció una influencia nociva sobre
mí, y yo, espíritu débil, fui incapaz de asimilar su bullicio, ya que tenía que
ir a comprar distintos productos que necesitaba el monasterio, mandar productos
a la estación y al puerto o recogerlos”.
El
19 de octubre de 1921, el padre Jacinto fue nombrado abad del monasterio de San
Tifón de Péchenga, en la lejana provincia septentrional de Múrmansk, elevado al
rango de higúmeno.
En
octubre de 1931 el padre Juan, a petición propia, fue liberado del cargo de
abad. La primavera siguiente fue admitido en la hermandad de Valaam y enviado a
vivir a la para él desconocida ermita de San Juan Bautista.
En
1933 hizo sus votos definitivos (sjima) y fue tonsurado con el nombre de Juan.
En
el verano de 1937 se trasladó de la ermita al monasterio y sirvió como segundo
padre espiritual junto al principal padre espiritual del monasterio, el padre
Efraím, y, mientras todavía tenía fuerzas, celebró turnos de oficios.
En
1940, debido a la guerra soviético-finlandesa, el padre Juan, junto con su
hermandad, se vio obligado a abandonar el monasterio y huir a Finlandia. Ahí,
en la aldea de Pappiniemi (Popovka, en ruso), fue fundado el monasterio con el
nombre de Nueva Valaam.
El
stárets Juan falleció el 6 de junio de 1958 y fue enterrado en el cementerio de
Nueva Valaam. Estos son algunos de sus pensamientos.
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Ahora
tienes la noción de vida interior y un poco de práctica; esfuérzate por rezar
en tu interior más a menudo, en la medida en que te queden fuerzas y tiempo;
sigue ejercitando el recuerdo de la muerte y pídele a Dios que te lo dé.
Observa cómo es nuestra transitoria vida: inestable, variable y efímera y cómo
arrastra a los hombres poco atentos a la dispersión; sin embargo, solo existe
un medio para adquirir paz interior: la oración constante. El tedio y la
tristeza pasarán, ten paciencia, no te desanimes. Que el Señor te ayude y te
guarde.
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He
leído tu carta, lo he entendido todo. Reconozco que me ha conmocionado y he
llorado. Gracias a Dios, ya has pasado lo más difícil. No te preocupes por cómo
rehacer tu vida, entrégate a la voluntad de Dios y reza; el tiempo poco a poco
te ayudará. Está bien que no hayas organizado una comida de exequias, puesto
que ya has tenido bastantes quehaceres. Por supuesto te ha sido difícil ver y
sufrir la muerte de tu querida madre, y nunca habías tenido que asistir a un
moribundo. Sin embargo, hay diferentes tipos de muerte. El higúmeno Mauricio de
Valaam luchó con la muerte 40 días, y el hieromonje Yerenei, 60 días. Ayer
enterraron a un monje de 74 años que falleció súbitamente. Trabajó hasta la
hora del almuerzo, después se quedó solo en la celda y, cuando entraron en ella,
el monje yacía junto a la mesa, habiendo entregado su alma a Dios. El hombre no
muere, sino que pasa a la vida eterna. El cuerpo viene de la tierra y vuelve a
la tierra; pero el alma viene de Dios y vuelve a Dios. Y esta es su santa
voluntad, determinar dónde colocar el alma para la vida eterna, según los actos
de cada uno. Sea tu amor, Señor, sobre nosotros, como está en ti nuestra
esperanza.
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Los
momentos de cobardía no solo los experimentas tú, sino que todas las personas
pasan por estos ratos difíciles, llegando incluso a gritar desgañitándose.
Sobre
el destino de los hombres en el más allá no podemos decidir, es su voluntad.
Sin embargo, no tengo ninguna duda de que las almas creyentes ortodoxas se
salvarán, aunque el grado de dicha, naturalmente, dependerá de los méritos de
cada persona. Como dijo el santo apóstol, La gloria de cada uno es diferente:
Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Si
un alma pecadora va al infierno, la Santa Iglesia hace penitencia por esa alma
y el Señor la libera de las ataduras infernales. Yo, pecador, creo en las
oraciones de la Iglesia.
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Cuando
se tiene tiempo, es bueno leer en el Evangelio o en las epístolas de los
apóstoles las reflexiones sobre la vida en este valle de lágrimas transitorio,
sobre la muerte y la futura vida eterna. ¡Señor, ten piedad! Es terrible pensar
que esto no tiene fin. A pesar de que aquí a veces la vida resulta muy difícil
y todos nosotros, pobres, gemimos bajo el peso de diferentes aflicciones, estas
cambiarán, pero allí no habrá ningún cambio.
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Has
sentido miedo tras la muerte de la fallecida J.; se debe a la aversión que
sentía por ti. La Santa Iglesia cree que el alma de los difuntos vaga durante tres
días por todos los sitios donde vivió, y cuando vino a tu casa, sentiste miedo.
Te
asustas al pensar en la muerte que te espera. Por supuesto, la muerte da un
poco de miedo, el temor a la muerte es propio de todas las personas, escribe
San Juan Clímaco (Palabra 6, Sobre la memoria de la muerte, capítulo 3). Pero
la desesperación y el desaliento vienen del enemigo. No escuches sus
insinuaciones. Lee en el Otechnik (paterikon de San Ignacio [Brianchanínov]),
al final del capítulo 126 (San Petersburgo, 1903, p. 510), las máximas de los
stárets cuyos nombres no han llegado a nuestros días.
Los
teólogos ortodoxos dijeron claramente sobre el espiritismo que se trataba de un
fenómeno demoníaco. El apóstol Pablo dijo: […] El mismo Satanás se disfraza de
ángel de luz (2 Co 11, 14). Acerca de las apariciones demoníacas en forma de
ángeles, lee las mismas máximas de los stárets (cap. 134, 135, 136, 110 y 158).
Podría creerse que es una aparición de Pablo, pero se trata de un claro hechizo
diabólico. Si Satanás adopta la forma del Salvador, los Ángeles y los santos,
¿significa que puede presentarse bajo otra forma? Solo que Satanás no puede de
ningún modo mostrar la cruz; lee la respuesta 413 de San Barsanufio.
Los
estadios del progreso espiritual son diversos, y solo el santo puede entender
lo espiritual. Es más útil considerar a todos los hombres buenos y a uno mismo
peor que los demás. Si solo te miras a ti, entonces será cuando te veas peor
que los demás.
Dices
que estás pasando por un estado espiritual difícil. Pero debes saber que no
eres la única que sufre esta difícil situación, sino que toda la humanidad gime
bajo el peso de la herencia de Adán por su desobediencia. Para semejantes
momentos duros solo hay un remedio, la paciencia y la oración, y puedes estar
segura de que habrá un cambio para mejor, porque al igual que hay cambios en el
aire, también los hay en nosotros.
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Entiendo
perfectamente y comparto vuestro gran dolor. ¡Qué puede hacerse! Si no fuera
por la voluntad de Dios, no habría pesares ni salvación; a pesar de todo, estos
nos obligan a ser humildes y nos siguen a todos y a todas partes, solo que de
diferentes formas. Los designios del Señor son inescrutables para nosotros,
pecadores, y ninguna mente puede entender por qué el Señor envía distintos
dolores, a unos muy penosos y a otros más llevaderos. Contra el dolor solo hay
un remedio: la paciencia y la oración, dijo San Marco el asceta.
Es
un grave error que pensemos poco en el tránsito al otro mundo, porque nuestra
vida en este valle de lágrimas no es más que el camino hacia la eternidad y la
preparación para ella. Oh, eternidad, eres la eternidad, que no tiene fin. La
vida aquí es terrible y a veces resulta difícil, nos acechan atroces pesares y
graves enfermedades, aunque hay un pensamiento reconfortante: moriré y todo
esto acabará, ¿pero ¿qué me espera allí? ¡Señor! Por medio de los destinos de
todos los demás, sálvanos, a nosotros pecadores. ¡Amén!
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Pobre
hombre: en la juventud le atormentan las pasiones y, en la vejez, la
decrepitud. Mi vida ha terminado; estoy cerca del tránsito a otro mundo mejor,
donde no hay tristeza ni lamentación. Sin embargo, la muerte nos aterra porque
nos es desconocida. ¿Cómo se separará el alma del cuerpo? Ese es un gran
misterio.
Bien,
Marta Platonovna, no voy a poder sentarme más a la mesa con usted para tomar el
té y hablar de lo único que tiene importancia. Aun así, espero que nos veamos
en la próxima vida. Intente cumplir los mandamientos del Evangelio y yo también
lo intentaré, reconozcamos nuestra debilidad como hombres y arrepintámonos, y
Dios en Su misericordia permitirá que nos reencontremos en la vida futura.
Cuando el diablo traiga pensamientos de desesperación, échele fuera con el
látigo de la oración, ya que es un gran insolente y se ensaña con los que se
esfuerzan en alcanzar la vida espiritual. Los santos de Dios experimentaban
tales horrores que no se atrevían a ponerlos por escrito. Sin embargo, la mala
voluntad del diablo es limitada: nos seduce con distintos pensamientos, pero
nuestra fuerza interna puede aceptarlos o no, por supuesto, con la ayuda de Dios.
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Sí,
el Señor nos ha dado la razón y debemos usarla. ¡Pero la razón está cargada de
pasiones! Si razonamos bajo la influencia de las pasiones, nos equivocaremos.
Pero
la hora de la muerte nos asusta a todos porque la muerte no entró en la
humanidad por naturaleza, y por eso el hombre la teme y la rehúye. Y también
nos asusta el hecho de que sabemos cuándo y dónde nacimos, pero desconocemos
cuándo, dónde y cómo moriremos. Lo mejor es tratar de encomendarse a la
voluntad de Dios en todo. La muerte adopta múltiples formas, incluso entre los
santos. San Atanasio fue aplastado por un campanario, y el santo ortodoxo
Artemi de Vérkola fue abatido por un trueno. No suceden sin la voluntad de Dios
las muertes humanas, y nosotros, pecadores, no podemos comprender los designios
del Señor.
Hoy,
día doce, se ha celebrado el funeral de dos monjes, Gervasio y Eutiques. El
primero tenía ochenta y tres años; el segundo, ochenta y uno. He visitado al
padre Evagrio. Tiene las manos y los pies hinchados y respira con dificultad. A
pesar de todo, no se desanima, es consciente de que se acerca el final de esta
vida provisional y se prepara para la transición a un mundo eterno. Me ha
dicho: “Ahora, según las recomendaciones de San Serafín de Sarov, por la
mañana, hasta la hora del almuerzo, leo la Oración de Jesús y dedico la tarde a
la Santísima Virgen María”. Su estado de ánimo es bueno.
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Dice
Teofilacto [el bienaventurado]: “El temor a la muerte es propio de la
naturaleza humana. La muerte no entró en el género humano por naturaleza; por eso
la naturaleza humana la teme y la rehúye”. San Máximo el Confesor dice: “No
hay nada más espantoso que los pensamientos sobre la muerte ni nada más sublime
que la memoria de Dios”. Aun siendo santo —al que incluso cortaron la
lengua por su fe en la Ortodoxia—, temía a la muerte. Muchos dicen: “No temo
a la muerte; estoy listo para morir en cualquier momento”. Esto es solo
palabrería, pues cuando se siente que se aproxima, entonces aparece el miedo.
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He
observado que es un gran error y debilidad preocuparse mucho por alargar
nuestra vida. La vida y la muerte están en manos de Dios, y dijo el Señor: “Buscad
primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.”(Mt
6, 33). Nuestra preocupación y nuestro compromiso deben ser vivir según los
mandamientos de Dios y purificar nuestro corazón de las pasiones.
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