ORAR CON EL PROFETA JEREMIAS (Jr 20, 7-10)

 


7  Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;  me forzaste, y me venciste. 
Yo era motivo de risa todo el día, todos se burlaban de mí.

8  Si hablo, es a gritos, clamando ¡violencia, destrucción!, la Palabra del Señor se me volvió insulto y burla constantes,

9  y me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su Nombre. Pero la sentía dentro como fuego ardiente encerrado en los huesos:  hacía esfuerzos por contenerla y no podía. 

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

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