Una Oración a la Santísima Virgen María


Oh Virgen, inmaculada, casta y pura Señora, Esposa de Dios, que por tu glorioso nacimiento has unido a Dios el Verbo con el Hombre y vinculado nuestra naturaleza caída con las Cosas Celestiales; que eres la esperanza de los desesperados, la ayuda de los oprimidos, la pronta protección de quienes acuden a ti y el refugio de los cristianos; no me desprecies, que soy impuro y pecador, que por mis malos pensamientos, palabras y acciones me he convertido en un siervo indigno, y por mi pereza me he vuelto esclavo de los malos afectos. 

Oh Madre del Dios del Amor, ten piedad y compasión de mí, pecador y pródigo. Acepta esta oración que te ofrezco de mis labios impuros; y, ejerciendo tu influencia maternal junto a tu Hijo, mi Señor y Maestro, suplícale que me abra a la bondad amorosa de su gracia; que pase por alto mis innumerables transgresiones, que me conceda un verdadero arrepentimiento y me haga un celoso cumplidor de sus mandamientos. 

Y tú, clemente, compasiva y tierna de corazón, acompáñame siempre en esta vida como mi defensor y ayudador, para que pueda desviar el asalto de mis enemigos y guiarme a la salvación; socorre mi pobre alma en la hora de mi muerte y aleja de ella todas las oscuras formas de los malignos. Y en el terrible Día del Juicio, líbrame del castigo eterno y preséntame como heredero de la gloria inefable de tu Hijo, nuestro Dios. Amén 

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