LA BIBLIA COMO FUNDAMENTO DE LA VIDA LITÚRGICA DE LA IGLESIA ORTODOXA
Compartimos en esta entrada la presentación: La
Biblia como Fundamento de la Vida Litúrgica de la Iglesia Ortodoxa. Por S.E.R. Metropolita Siluan Arzobispo
de Buenos Aires y toda Argentina de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa del
Patriarcado de Antioquía. En esta exposición, el Metropolita Siluan nos describe
este fundamento en 5 puntos fundamentales:
A-Descripción De Los Libros Bíblicos Litúrgicos
B-Los Textos Bíblicos Integrados En Los Oficios
C-La Cuestión De La Interpretación Y La Lectura Tipológica
D-El Problema De Traducción
E-La Biblia En La Oración Cotidiana: La Oración De Jesús.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la
comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes. (2 Cor 13,13).
Jhoani Rave Rivera (C.O.P.S.)
COMO
FUNDAMENTO
DE LA
VIDA LITÚRGICA DE LA IGLESIA ORTODOXA[1]
A-DESCRIPCIÓN DE LOS LIBROS BÍBLICOS LITÚRGICOS
1.
La vida litúrgica basada en la
Palabra de Dios (λογική λατρεία)
La
vida litúrgica es basada en la Palabra de Dios (λογική λατρεία). El Apóstol
Pablo dice: “Oraré con el espíritu, oraré con la mente, cantaré con el
Espíritu, cantaré con la mente” (1 Corintios 14:15). Si la condición de adoración basada en la
Palabra de Dios está omitida, si los fieles “pronuncian palabras
inteligibles”, entonces somos como aquellos que hablan "en el
aire" (1 Corintios 14:9). Entonces, el culto se convierte en una
adoración ilógica (άλογη λατρεία), o sea no basada en la Palabra.
2.
La lectura de la Biblia en los oficios.
Para
la lectura de la Biblia en los oficios litúrgicos, la misma no se hace a partir
del libro único que llamamos "la Biblia", sino que se hace basándose
en 4 libros específicos:
a) el libro de los Evangelios,
b) el libro del Apóstol (Hechos y las Epístolas),
c) el libro de los salmos, y
d) el libro del Profetologio (pasajes del Antiguo
Testamento).
Estos libros provienen del nivel más elevado de textos canónicos utilizados en la Iglesia y surgen de su misma vida litúrgica. Esta es la fuente de las cartas antiguas canónicas, como la carta pascual de San Atanasio el Grande en la que se enumeraba a todos los libros bíblicos. Cabe señalar que el libro del Apocalipsis e importantes pasajes del Antiguo Testamento no se leen según el Ordo litúrgico de la Iglesia Ortodoxa. Si un día la Iglesia lo considera oportuno, podrá incluir lecturas bíblicas de los mismos en su vida litúrgica.
Por
otra parte, la lectura del Nuevo Testamento es casi total durante el año
litúrgico. Se extiende por todos los días
del año, excepto durante la Gran Cuaresma, cuando la lectura del Nuevo
Testamento está limitada a los días litúrgicos: sábados y domingos.
3.
El libro del Evangelio El Evangelio se lee en cada Divina Liturgia.
Se
comienza con la lectura del Evangelio de Juan el día de la Pascua, después,
sucesivamente, se leen los evangelios de Mateo, Lucas y Marcos en el tiempo
después de Pentecostés y que se extiende hasta la Cuaresma del año
siguiente.
En ciertas ocasiones, el Evangelio se lee también en los oficios de las Vísperas y de los Matutinos:
En las Vísperas del ágape del domingo de Pascua (en la que el pasaje del Evangelio se lee habitualmente en segmentos, en distintos idiomas); en las Vísperas de Navidad, así como de la Teofanía, y en Semana Santa.
En los Matutinos, se lee el Evangelio llamado el “evangelio de la Eothina” (o sea el evangelio de madrugada) los días domingos, pues se conmemora a la resurrección y por ello, dichas lecturas de la Eothina son 11 pasajes de los 4 evangelios que relatan las apariciones del Señor a los discípulos después de Su resurrección. De lo contrario, se lee el Evangelio relativo a las grandes fiestas señoriales que se celebran; o también, en caso de conmemorar a un santo, cuyo grado de festividades alto, se lee en los Matutinos el pasaje del evangelio que le corresponde.
El
Libro de los Evangelios se coloca sobre la mesa sagrada en el altar por lo que
significa la presencia de Cristo. El Evangelio es leído por el sacerdote o el
diácono. Lo escuchamos estando parados, porque es el mismo Jesús que nos habla
directamente.
El
Evangelio se coloca siempre sobre la mesa Sagrada, con las siguientes
excepciones:
a) durante los momentos en los que se lee por el clero,
b) durante la procesión del Evangelio en la Liturgia Divina,
c) en otras procesiones
festivas, tal como en la procesión de los iconos del Domingo de la Ortodoxia,
en la procesión del Domingo de Ramos, en la procesión del Epitafio del Viernes
Santo, y la procesión de la vigilia de Pascua.
4. El libro del Apóstol.
El libro del Apóstol es leído por el lector.
La secuencia de las lecturas comienza con el libro de los Hechos de los
Apóstoles a partir del domingo de Pascua, y luego se continúa con la lectura de
las epístolas, según el orden existente en la Biblia.
5.
El libro del Profetologio
El
libro de Profetologio o Paroimion contiene pasajes del Antiguo Testamento (la
Ley y los Profetas) que se leen en las vigilias de los días festivos (Pascua,
Navidad, Teofanía, Pentecostés...). Este libro contiene una gran parte del
libro de Génesis, de Isaías y de Proverbios, que son leídas durante la Gran
Cuaresma. Ahí encontramos las profecías que anunciaban la venida de Cristo, así
como muchos episodios que preceden y preparan todo lo que se cumple en el Nuevo
Testamento. Siempre es Cristo que buscamos en toda la Biblia.
A
título de ejemplo, leemos en las vísperas de Pascua los pasajes
correspondientes al cruce del Mar Rojo (Ex. 13,20 a 15,19), la resurrección del
hijo de la viuda de Sarepta (3 Reyes 17, 8-24) y del hijo de la sunamita (4
Reyes 4, 8-27), el sacrificio de Isaac (Génesis 22: 1-18), los tres jóvenes en
el horno de Babilonia (Dan. 3, 1-88 en la versión griega), etc.
6.
El libro de los Salmos
El
Salterio es utilizado en los oficios de las Vísperas y de los Matutinos y se
divide en veinte “cathismata” (stasis), de manera que todo el Salterio se lea
durante la semana. Cada “cathismata” (stasis) está formada de 7 a 8 salmos de
acuerdo a su longitud.
Cabe
señalar que, en el ciclo diario de oraciones de la Iglesia Ortodoxa, todos los
oficios están estructurados principalmente alrededor de los salmos. Cada oficio
tiene salmos fijos que forman parte del mismo. Dichos oficios se encuentran en
el uso monástico que parroquial, y siguen esta secuencia: Hora Nona, Vísperas, Completas,
Media Noche, Matutinos, Hora Prima, Hora Tercia, Hora Sexta. 3
7.
Los leccionarios (Kυριακοδρόμιον-"El curso de los domingos").
El
leccionario (Αναγνώσματα, "lecturas") es una colección de lecturas bíblicas
compiladas para el uso litúrgico en los servicios de la Iglesia para todo el
ciclo anual. Existen dos leccionarios
para los dos ciclos anuales. El primero
es relativo a las lecturas continuas desde el domingo de Pascua hasta la Semana
Santa del año siguiente, de acorde al ciclo móvil anual. Y el segundo es
relativo a la sección del Menologion (correspondiente a los meses del año) y
contiene las lecturas bíblicas para las fiestas litúrgicas desde el 1 de
septiembre (inicio del año litúrgico) hasta el 31 de agosto. Esto forma el conjunto de lecturas agrupadas
para las solemnidades del ciclo anual fijo. El leccionario se formó en forma
gradual.
Con
el trascurso del tiempo, el leccionario se hizo cada vez más detallado y se
llenó lentamente con lecturas bíblicas para cada día. El leccionario (de Evangelio)
más antiguo remota al siglo IV; de hecho, el más antiguo fragmento de papiro de
los Evangelios que conocemos puede ser incluso de un leccionario de Evangelio,
aunque esto no se puede saber, ya que el fragmento es tan pequeño. Antes del
siglo VIII, sólo 10 leccionarios son conocidos por nosotros, todos en forma fragmentaria. A fines del siglo VIII, en el Monasterio
Studion en Constantinopla, la Iglesia poseía un leccionario del Nuevo
Testamento con al menos una lectura del Apóstol y del Evangelio para cada día
del año. En 1904, el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla (Iglesia Ortodoxa)
autorizó un nuevo texto específico del Nuevo Testamento griego basado en estos leccionarios,
preparado por un comité patriarcal organizado para tal fin: Η Καινή Διαθήκη,
εγκρίση τη Μεγάλη του Χριστού Εκκλησία, Κωσταντινούπλη, 1904 (El Nuevo
Testamento: con la autorización de la Gran Iglesia de Cristo, Constantinopla,
1904). Este texto, a veces llamado la edición Antoniades (Αντωνιάδες), sigue siendo
la base de los leccionarios del Apóstol y del Evangelio (en griego, al menos)
hasta nuestros días. Es el primer texto crítico autorizado, en base a los
manuscritos, y es anterior a la primera edición de la serie de Nestlé. El
comité patriarcal utilizó 130 manuscritos de leccionarios que se encuentran en
Monte Athos, la mayoría de los cuales datan del siglo X al siglo XIV. Esta es
la época de la que el mayor número de manuscritos conservados nos ha llegado.
Algunos de estos manuscritos que llegaron a Monte Athos provienen de
Constantinopla o del legado antioqueno de San Juan Crisóstomo. Es muy
interesante observar que, con la publicación de la 26ª edición de Nestlé, muchas
decisiones se tomaron para enmendar el texto de las ediciones anteriores de
Nestlé, y una gran parte de estas decisiones han demostrado reivindicar texto
autorizado de la Iglesia Ortodoxa (la Edición Antoniades), y que el texto tenía
las "correctas" lecturas de hace casi un siglo atrás.
B-LOS TEXTOS BÍBLICOS INTEGRADOS EN LOS
OFICIOS
1.
Los salmos y los cánticos.
En primer lugar, hay que mencionar los Salmos,
que son la base de la oración cristiana. Todos los oficios (las oraciones de
las Horas, la liturgia eucarística, los sacramentos) incluyen salmos, sin contar
los versículos (prokimena y aleluya, versículos de los salmos que se cantan
antes y después de la lectura de las epístolas) y fragmentos de versos
insertados en todas las oraciones.
Además
de los Salmos, una serie de textos se encuentran integrados como partes fijas
de los oficios, a saber:
-
Los cánticos bíblicos de las nueve Odas del canon de las oraciones de los
Matutinos (los cánticos de Moisés, de Ana, de Jonás, de Daniel...).
- Los cánticos del Nuevo Testamento (las
bienaventuranzas, el Magnificat, el cántico de Simeón...).
Por
otra parte, destacamos la oración de Manasés, rey de Judá, que se
encuentra en el libro de las Crónicas (Chr.
33:13), pero el texto no aparece en las Biblias occidentales. Es una hermosa oración de arrepentimiento, que
la Iglesia Ortodoxa ha integrado en el oficio de las Grandes Completas que reza
en la Gran Cuaresma.
He
aquí un extracto:
“Tú, Señor, Dios de las potestades, no has
fijado el arrepentimiento a los justo, Abraham, Isaac y Jacob, que no han
pecado contra Ti; pero Tú has fijado el arrepentimiento para mí, yo pecador;
porque mis pecados son más que las arenas del mar en número... y yo no soy
digno de mirar y fijar la vista contemplando la altura del cielo, por la
multitud de mis iniquidades... Por tanto, ahora inclino la rodilla de mi
corazón, suplicando Tu Bondad: ¡Yo he pecado, Señor, he pecado, ¡y reconozco
mis iniquidades! pero humildemente Te pido, perdóname, Señor, perdóname, y no
me destruyas con mis iniquidades”.
Esta
oración hace eco de las palabras del Señor: "Lo que yo quiero, no es la
muerte del pecador, sino que se convierta y viva" (Ez 33:11).
2.
Las oraciones expresadas en el lenguaje de la Biblia.
Todas las oraciones de la Iglesia (la oración
eucarística, todos los sacramentos, las oraciones de arrepentimiento, las
oraciones antes de la Comunión, las oraciones de acción de gracias además de
las oraciones en toda circunstancia) están basadas en la providencia de Dios
para con nosotros, tal como Él nos la ha revelado, con el recuerdo de sus
promesas y lo que Él ha hecho en la historia. Estas oraciones se relacionan
estrechamente con la Biblia y están llenas de referencias y citas de la
Biblia. Eso lo que podemos encontrar tanto
el discurso del Diácono Esteban (Hechos 7:2-53) y como el del Apóstol Pablo (Hechos
13:16-41), donde ambos presentan la historia del Antiguo Testamento para
mostrar cómo se lleva a cabo la salvación en Cristo.
A
título de ilustración, presentamos un extracto de la oración eucarística de la
liturgia de San Basilio el Grande (que es un resumen de la historia de la
salvación, de toda la Biblia):
"Pues,
al modelar al hombre tomando polvo de la tierra, y al honrarlo con Tu imagen,
lo pusiste, oh Dios, en el Paraíso de dicha, prometiéndole una vida inmortal y
el gozo de los bienes eternos si observaba Tus mandamientos.”
“Pero
cuando, seducido por la serpiente, Te había desobedecido a Ti, al Dios
verdadero que lo habías creado, y fue sometido a la muerte por sus propias
transgresiones, lo expulsaste, oh Dios, en Tu justa sentencia, del Paraíso a
este mundo, y lo devolviste a la tierra de la que fue tomado, preparándole ya
la salvación por la regeneración en la persona misma de Tu Cristo.”
“No has rechazado, pues, para siempre a la
creatura que habías modelado, oh Bueno, ni Te has olvidado de la obra de Tus
manos, sino que, por las entrañas de Tu misericordia, lo has visitado de
distintas maneras: enviaste a los Profetas, hiciste prodigios por medio de Tus
santos que en cada generación Te complacieron, nos hablaste por la boca de Tus
siervos los Profetas, anunciándonos anticipadamente la inminencia de la
salvación. Tú has establecido la Ley como ayuda, y propuesto a ángeles como
guardias.”
“Cuando llegó la plenitud de los tiempos, nos
hablaste en la persona misma de Tu Hijo, por medio de quien también habías
hecho el universo. Él, siendo el resplandor de Tu gloria, huella de Tu persona,
sosteniendo todo con Su palabra poderosa, no usó Su derecho de estar tratado
como igual a Ti, Dios y Padre, sino, siendo Dios eterno, se mostró en la tierra
y vivió entre los hombres.”
“Se
encarnó de una Virgen santa, se despojó de Sí mismo tomando forma de siervo, se
volvió conforme a nuestro cuerpo de bajeza, para hacernos conforme a la imagen
de Su gloria...”.
C-LA CUESTIÓN DE LA INTERPRETACIÓN Y LA
LECTURA TIPOLÓGICA
En
la Iglesia Ortodoxa, se predica la Palabra tal como resuena en la plenitud de
la Iglesia, como se vive en la conciencia de la Iglesia.
Ella
no rechazó los métodos de exégesis moderna.
Pero es la comprensión patrística, y tal como se expresa en la liturgia,
que es el método privilegiado. En ese sentido, se usa la lectura tipológica,
que vamos a ver a nivel del Nuevo Testamento, de los Padres de la Iglesia y de
la Himnografía de nuestra Iglesia.
1. En el Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento hace una lectura
tipológica del Antiguo Testamento: los eventos bíblicos son vistos como
prefiguraciones que anuncian lo que se cumplirá en el futuro, y lo actualizan
con antelación.
El
Señor hace una lectura tipológica, interpretando las escrituras. Aquí van
algunos ejemplos:
-Las
Escrituras dan testimonio de Él: "Ustedes examinan las Escrituras
porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan
testimonio de Mí!" (Jn 5:39).
-El
signo de Jonás: "Porque como estuvo Jonás en el vientre de la
ballena tres días y tres noches; así estará el Hijo del Hombre tres días y tres
noches en el corazón de la tierra" (Mt. 12:40).
-La
serpiente de bronce: "Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado; para que todo
aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Jn
3:14-15).
Por
otro lado, tanto el Apóstol Pablo como el Apóstol Pedro, recurren a este método
en la interpretación de las Escrituras.
Aquí
van algunos ejemplos:
-Cristo
es la roca: "Porque no quiero que ignoren, hermanos, que todos
nuestros padres estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar. En Moisés
todos fueron bautizados en la nube y en el mar. Todos comieron el mismo
alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían
de una roca espiritual que los seguía. La roca era Cristo" (1 Cor
10:1-4).
-La
profecía sobre la Resurrección: “Varones israelitas, escuchad estas
palabras; Jesús de Nazaret, un hombre a quien Dios ha atestiguado ante ustedes
con milagros, prodigios y señales que él tiene por él en medio de vosotros,
como vosotros mismos sabéis, este hombre enviado de acuerdo al plan de detenido
y anticipado conocimiento de Dios, crucificado y matado por la mano de los
impíos. Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era
imposible que fuese retenido por ella. Porque David dice de él (Salmo 15:
8-11): He visto al Señor siempre delante de mí, porque está a mi diestra, no
seré conmovido. Por eso mi corazón se alegra, y se gozó mi lengua, Y aun mi
carne descansará en esperanza, porque no dejarás mi alma en el infierno, y no
permitirás que tu santo vea corrupción. Me hiciste conocer el camino de la
vida, me llenarás de gozo con tu presencia. Hermanos, permítanme decirles
libremente del patriarca David, que murió, fue sepultado, y su sepulcro está
con nosotros hoy. Como él era un profeta, y sabiendo que Dios le había jurado
con juramento asiento uno de sus descendientes en el trono, es la resurrección
de Cristo planeó y anunció, diciendo que sería no dejada en el Hades y su carne
vio corrupción" (Hechos 2:22-31).
El
Apóstol Pablo hace la misma lectura en Hechos (13:34-37).
Cabe
señalar que el Apóstol Pedro sigue la versión de la Septuaginta al citar el Antiguo
Testamento citando al Salmo 15: 8-11. Señalamos que la Biblia hebraica habla de
“seguridad” en lugar de “esperanza”, pero la resurrección es justamente una cuestión
de esperanza, no de seguridad.
2.
En la tradición patrística.
Los comentarios de los Padres de la Iglesia
siguen esta lectura tipológica. San Juan Crisóstomo, en su Comentario sobre
Isaías[2],
justifica la lectura tipológica cuando ya está contenida o implícita en el
texto. Interpretando el Cántico de Isaías sobre la vid[3],
Juan Crisóstomo comenta así:
"Aquí
nos encontramos con otra enseñanza: la de enseñarnos cuándo y para qué
escrituras se debe recurrir a la alegoría, la de enseñarnos que no somos dueños
de estas reglas, sino que es por fidelidad al pensamiento de la Escritura que
debemos usar la explicación alegórica. He aquí lo que quiero decir: La
Escritura utilizó aquí las palabras vid, prensa, valla; sin embargo, no dejó al
autor la libertad de aplicar a su criterio estos términos a las cosas y las
personas, sino que luego ella se interpretó diciendo: La viña del Señor Sabaoth
es la casa de Israel”.
3.
En la himnografía bizantina.
Esta lectura tipológica de los Santos Padres
ha pasado a la himnografía bizantina. Tomemos, por ejemplo, un himno de la
fiesta de la Anunciación a la Virgen:
"Gabriel
se presentó delante de ti, joven Virgen, para revelarle el designio de antes de
los siglos. Él te saludó diciendo:
Alégrate, tierra sin siembra; alégrate, zarza ardiente; alégrate, abismo
insondable, alégrate, puente que conduce al cielo, escalera elevada que Jacob
ha visto; alégrate, vasija divina que contiene el maná; alégrate, liberación de
la maldición; alégrate, liberación de Adán, el Señor es contigo”
Señalamos
que la zarza ardiente, la vasija que contiene el maná, el arca de la alianza, la
escalera de Jacob, etc., son temas clásicos utilizados en la himnografía de las
fiestas litúrgicas relativas a la Virgen María.
A
nivel de la interpretación, la zarza ardiente (el fuego no consume la zarza,
cf. Éx. 3) es una prefiguración de la maternidad virginal, o sea de la
concepción y del parto que no destruyen la virginidad de la Madre de Dios.
Además, anuncia el misterio de la encarnación e ilustra el dogma de Calcedonia: Cristo, Dios verdadero y hombre verdadero, sin
separación ni confusión. Pero también
habla del misterio de la comunión sacramental: el fuego de la divinidad que no
consume nuestra humanidad.
1.
El texto masorético y la versión del Septuaginta.
Hemos
de recordar que, para la Iglesia Ortodoxa, como así también para la Iglesia
primitiva, el texto de referencia para el Antiguo Testamento no es el texto
hebreo, sino el texto griego de la Septuaginta (traducción establecida en
Alejandría en el siglo III a.C. por los judíos de la diáspora que ya no
entendían más el hebreo). El problema no se plantea para el Nuevo Testamento,
porque el texto griego original es para todo el mundo. San Jerónimo (siglo V) ya había utilizado
manuscritos hebreos (hoy inexistentes) por su traducción latina (la Vulgata),
pero en los Salmos, siguió la lectura de la Septuaginta, tanto la tradición era
fuerte.
El
texto hebreo más antiguo y completo es aquel compilado por los masoretas entre
los siglos VII y IX d.C. Pero hoy en día, gracias a los rollos del Mar Muerto
descubiertos en el siglo XX, sabemos que las versiones de la Biblia (hebreo y
arameo) que se utilizaban en la época de Cristo, y por lo tanto antes del texto
masorético, eran más cerca de la versión del Septuaginta.
Todas
las citas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento (hay muchos en los
Evangelios y más en las Epístolas) son tomadas de la Septuaginta. Cuando hay
divergencia (los casos no son raros), es la traducción de la Septuaginta que
está considerada como traducción inspirada.
2.
Ejemplo de traducción.
Ya hemos visto el ejemplo del Salmo 15: "Mi
carne descansará en esperanza".
Otro
ejemplo interesante es la profecía de Isaías que leemos en la Vigilia de
Navidad. Aquí va la traducción del texto hebreo (Is. 7:14): "Por tanto,
el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un
hijo, y llamará su nombre Emmanuel”. No me voy a detener sobre el caso bien
conocido de este versículo: la "niña" del texto hebreo es la
"Virgen" en la Septuaginta, lo que permite al evangelista Mateo
(1:22-23) presentar la concepción virginal de Cristo como el cumplimiento de
esta profecía.
Pero
la continuación parece muy oscura en hebreo (Is. 7:15-16): "15 Comerá
mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.16 Pero
antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra cuyos dos
reyes tú temes será abandonada”.
Aquí
va la traducción de la Septuaginta: "14 (Isaías se dirige aquí a toda
la casa de David) Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la
virgen concebirá, y dará a luz un hijo y llamará su nombre Emanuel.15 Comerá
mantequilla y miel; antes de que se conozca a sí mismo o que elija el mal, va a
elegir bien.16 Porque antes que el niño sepa bien y el mal, se aparta del mal
para escoger lo bueno. (En el siguiente versículo 16, Isaías se dirige de
nuevo al rey Acaz): la tierra, por la cual tú tenías miedo, será ahorrada,
lejos de los ojos de los dos reyes”.
En
esta versión, y en la luz del comentario de san Juan Crisóstomo, la profecía
tiene todo su sentido. Profetizando el nacimiento virginal del Señor (v. 14),
Isaías indica el origen divino del niño por nacer, lo que él confirma por el
nombre Emmanuel (Dios con nosotros). Al agregar que comerá mantequilla y miel
(v. 15), habla de su naturaleza humana. Dado que el niño nacido no es sólo un
hombre, ni sólo Dios, sino Dios encarnado, el profeta diversifica su discurso,
hablando a veces de un aspecto, a veces de otro. El final del v.15 y el comienzo del v.16, él
indica que, contrariamente a todo hombre que viene a este mundo, Él se apartará
del mal incluso antes de experimentarlo, es decir que, desde el principio, Él
es libre de todo pecado. Él asume la
integralidad de la naturaleza humana, pero es sin pecado, como lo dijo Él mismo:
"¿Quién de vosotros me redarguye (me prueba) de pecado?" (Jn
8:46).
Así que, en resumen, los principales aspectos
del misterio de la encarnación son anunciados: nacimiento de la Virgen; Cristo
es Dios verdadero y hombre verdadero; es el único sin pecado, y es quien nos
libera del pecado.
E-LA BIBLIA EN LA ORACIÓN COTIDIANA:LA
ORACIÓN DE JESÚS.
Me
gustaría concluir con una reflexión sobre una forma de oración que es la
oración de Jesús, muy practicada en el mundo ortodoxo. Se trata de invocar el
nombre de Jesús en forma reiterada según una expresión breve (de ahí el nombre
de la oración monológica: una sola palabra). La fórmula habitual es: "Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador".
El
principio de la invocación continua es bíblico. El Apóstol Pablo exhorta: "Orad
sin cesar" (1 Tes 5:17). También, él afirma: “Todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo” (Rom 10:13). El Apóstol Pedro, en
su discurso de Pentecostés (Hechos 2:17-21) cita al profeta Joel (2:28-32):
"Yo derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y su hijo y sus hijas
profetizarán... Así que todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo".
Y,
de hecho, la invocación del Nombre del Señor se encuentra en toda la Biblia, desde
los primeros hombres:
"A
Set le nació también un hijo y le puso por nombre Enós. Por ese tiempo
comenzaron los hombres a invocar el nombre del Señor" (Génesis 4:26).
"Y
se levantó David, y fue con todo el pueblo que tenía consigo, de Baala de Judá,
para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre
de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines" (2 Samuel
6:2).
"Y
en aquel día dirás: "Den gracias al Señor, invoquen Su nombre, Hagan
conocer entre los pueblos Sus obras, Hagan recordar que Su nombre es exaltado"
(Is 12:4).
"Y
yo invoque el nombre del Señor: Señor, libera mi alma” (Salmo 114:4).
"¿Cómo
pagaré al Señor por todo lo que me ha dado? Tomaré la copa de la salvación e
invocaré el nombre del Señor” (Salmo 115:3-4).
Uno
de los nombres favoritos de Dios es "Señor": "Que sepan que
tu nombre es el Señor, Tú solo el Altísimo sobre toda la tierra.” (Salmo
82:19). Este es el equivalente del Tetragrámaton hebreo YHWH (YUD, Hei, Wav,
je), que algunas Biblias modernas transcribieron como "Yaveh", que
los judíos se prohíben de pronunciar y que la sustituyen por
"Adonai". La Septuaginta lo
tradujo como "Kyrios", que es el equivalente de "Adonai",
es decir, "el Señor".
A
partir del Nuevo Testamento, el nombre de Dios es "Jesús". Cuando los sacerdotes del Templo de Jerusalén
piden al Apóstol Pedro en nombre de quien estaba sanando, éste les respondió:
"En el nombre de Jesucristo...... Porque no hay bajo el cielo otro
nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:10-12).
En
efecto, el Tetragrámaton significa "Yo soy el que soy", o "Mi
nombre es Yo soy". Esta es la respuesta de Dios a la pregunta de Moisés
ante la zarza ardiente: "¿Cuál es tu nombre?" (Ex 3:13-14). Y Jesús toma este nombre por su cuenta: "Antes que Abraham fuese, yo soy"
(Jn 8:58). La identificación de Jesús
con el Dios que se reveló a Moisés se encuentra en los íconos en la forma de
las tres letras griegas en la aureola de la cruz de Cristo: "ὁ ὤν",
es decir: "El que es".
Los
Hechos de los Apóstoles hablan de "los que invocan el nombre de Jesús"
para referirse a los cristianos (Hechos 9:14, 9:21; 19:13...). El Apóstol Pablo
se dirige "a los que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a
ser santos, con todos los que en cualquier parte invocan el nombre de nuestro
Señor Jesucristo" (1 Cor. 1:2).
La
formulación de la oración de Jesús es también bíblica. Es una contracción de la
oración del ciego de Jericó: "Jesús, Hijo de David, ten misericordia de
mí" (Lucas 18:35-43) y la oración del fariseo: "Dios, ten
misericordia mí, pecador"(Lucas 18:17).
¿Cuál
es el punto o el propósito de esta invocación continua? Es para ser habitado
por Dios. La Biblia nos habla cuando habita en nosotros.
A
MODO DE CONCLUSIÓN
Es
cierto que el tema tratado necesita ser ampliamente tratado. Sin embargo,
consideramos que el propósito puesto al inicio de navegar en el mar de la vida
litúrgica en la Iglesia Ortodoxa y encontrar el fundamento bíblico de la misma
ha sido suficientemente presentado, a título de iniciación a la misma.
De
todo modo, es la vida litúrgica, vivida a diario, que va a revelar su fuente bíblica
y la sabiduría, discernimiento e inspiración en la elaboración y la compilación
de los oficios y las oraciones de ese culto, ya milenario, en el cual adoramos a
Dios Triuno y a nuestro Señor y Salvador Jesucristo
Bibliografía
-Rev.
V. Michel Najim y el Rev. Patrick B. O'Grady, Los libros litúrgicos de la
Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa: Introducción y uso, Iglesia Ortodoxa
Antioquena de Norteamérica, (en inglés, no editado).
-Père André Jacquemot, La Bible dans la prière
orthodoxe, en http://www.orthodoxeametz.fr/La%20Bible%20dans%20la%20priere%20orthodoxe.pdf
[1] Presentación realizada en el marco del Día de la Biblia,
organizado por la CEICA con la participación de la Facultad de Teología de la
UCA y del ISEDET, el viernes 14 de septiembre de 2012, en Capital Federal.
[2] Jean Chrysostome: Commentaire sur Isaïe. Sources Chrétiennes n° 304. Cerf 1983.
[3] Isaías 5:1-7: "Voy a cantar a mi muy querida el cántico de
mi amigo para mi viña. Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. La he
cercado, he puesto una cerca. He plantado un viñedo de buena cepa. He construido
una torre en el centro y una prensa. Yo esperaba que pudiera dar las uvas, pero
dio espinas. Y ahora, un hombre de Judá y de Jerusalén, tú que vives será el
juez entre mí y mi viña. (...) La viña del Señor de los ejércitos es la casa de
Israel, y los hombres de Judá, la plántula amado. Lo esperé discernimiento y
cometido iniquidad, en lugar de la justicia, que pide a gritos".
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